En los hogares españoles, el turrón no es solo un dulce; es un pedazo de tradición. Pero hasta lo más típico de la Navidad -con respeto a la luces de Vigo- está siendo víctima de un fenómeno creciente: “la escalada de precios combinada con una reducción silenciosa del contenido“.
Según un reciente estudio llevado a cabo por la compañía española FITstore, “el caso más claro es el turrón de chocolate Suchard. En los últimos cinco años su precio ha subido un 88%, mientras que la cantidad de producto que ofrece se ha reducido un 11,5%. Es decir, los consumidores pagan casi el doble por menos. Un ejemplo escandaloso de lo que en el sector se conoce como “reduflación”: mantener o elevar el precio mientras se encoge el tamaño del producto”.
Luis Cañada, CEO de FITstore explica que “reducir el gramaje para esconder subidas de precio se ha convertido en un recurso habitual, y no es casualidad”. Así, añade, “con una inflación persistente, materias primas más caras y costes operativos en aumento, muchos fabricantes recurren a la reduflación como fórmula discreta para encarecer sus productos sin elevar el precio final de forma evidente”.
Cuando menos es menos
Consecuencia de ello, defiende esta empresa, es que hace apenas una década eran tabletas más generosas y hoy se presentan en formatos más pequeños. El resultado: un producto con menor cantidad y un coste efectivo mayor para el consumidor. “En muchos casos se está vendiendo menos por un precio relativo más alto, sin una comunicación clara de ese cambio”, señala Cañada. “Nuestro análisis muestra que el precio por kilo ha aumentado de forma notable. El consumidor puede no percibirlo de inmediato porque el envase es similar, pero el impacto se siente en su gasto mensual”.
El estudio de FITstore revela que el precio de la tableta de turrón Suchard ha pasado de 2,99€, hasta los 4,99€ que cuesta en la actualidad. “Casi el doble y con menos cantidad por tableta; convirtiéndose en un producto premium que crece por encima de los índices de inflación del resto de alimentos”.
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El cacao, un ingrediente clave que encarece el turrón
Uno de los factores que más peso tiene en la escalada de precios es el cacao. Los datos del sector son claros: el último año ha sido uno de los peores para las cosechas en África Occidental, origen del 70% del cacao mundial. Enfermedades como el virus del brote hinchado y fenómenos climáticos extremos, vinculados al cambio climático, han reducido de forma drástica la producción.
Pero el cacao no es el único culpable. Transportes más caros, energía más cara, envases más caros. Un efecto dominó que impacta en cada eslabón de la cadena de valor. Y el turrón, que cada vez depende más del valor del cacao en su composición, lo sufre… Aunque no tanto como repercute en el bolsillo de los consumidores.
“Cuando el cacao sube, todo lo que toca el chocolate sube”, sintetiza Cañada. “No solo la materia prima, también los costes logísticos, las coberturas, el moldeo. Todo suma. Ahora bien, en muchos productos donde el azúcar puede suponer alrededor del 50 % de la receta, atribuir la subida únicamente al cacao no refleja toda la realidad de los costes”.
Revisa el precio por kilo
Ante este panorama, FITstore lanza un consejo claro: el consumidor tiene que estar atento. “Revisa el precio por kilo. No te fíes del tamaño del envase ni del reclamo visual habitual”, alerta Cañada. “Y compáralo con otras marcas: muchas veces la diferencia no está tanto en el precio como en la honestidad del contenido”.
La Navidad se articula alrededor de gestos, costumbres, sabores. Y el turrón, como pocos productos, es una tradición adorada por multitud de española. Pero cuando su compra se vuelve una operación matemática y el envoltorio esconde menos contenido cada año, la fiesta peligra. “La sensación de ser engañado queda, y la tradición se resiente”.
Si todo sigue así, los responsables de FITstore cree que, probablemente llegará el día en que el turrón ya no sea un postre de mesa compartida, sino un producto medido al gramo como pueden ser los dulces turcos, reservado para unos pocos o racionado. “Y todo ello, mientras las marcas, amparadas en la inflación y el mercado global, siguen viendo crecer sus beneficios a costa de un consumidor que paga más por menos, sin casi darse cuenta”.







