Internacional

Revueltas y disturbios en el campo de refugiados de Idomeni

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Rita Gallego y Alberto Carreira en Idomeni. Foto: Pablo Roces

Pura vergüenza. Es lo que dicen sentir Rita Gallego y Alberto Carreira, los dos voluntarios vigueses del colectivo A Nosa Xente que en este momento se encuentran sobre el terreno en el campo de refugiados de Idomeni, en Grecia.

Desplazados a la zona desde el pasado 30 de abril, aseguran que la gestión europea de la crisis de los exiliados está siendo lamentable y que cada día presencian situaciones durísimas. La última una revuelta este jueves llevada a cabo por los migrantes como modo protesta por el insostenible clima que se vive en el campamento. Durante la revuelta, en la que se pedía que se abrieran las vallas para continuar el viaje al norte de Europa, se produjeron disturbios ante la fuerte presencia de seguridad.

Los dos voluntarios aseguran que el desalojo del campo está provocando diariamente incidentes graves y que no sólo la situación es crítica, sino que cada vez hay más tensión y medidas desesperadas: ayer, un joven de 15 años intentaba quitarse la vida colgándose en las vías del tren, aunque finalmente consiguieron socorrerlo.

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Foto: Pablo Roces

Reasentamiento de la mitad de los “mal llamados refugiados”

Según fuentes del gobierno los planes de reasentamiento incluyen realojar a aproximadamente 4.500 personas de las 10.000 que en este momento están en el campo de refugiados en los alrededores de la ciudad de Salónica, en un nuevo recinto de acogida que procede de la readaptación de almacenes y supermercados vacíos.

Los voluntarios vigueses califican el día a día que padecen los exiliados en Idomeni como “un infierno en vida, un ataque a los derechos fundamentales y un auténtico y vergonzante genocidio. Antes, Europa era un modelo a imitar, ahora nos da vergüenza, porque es un símbolo del desprecio al derecho de asilo”. También hablan del admirable instinto de supervivencia de los “mal llamados refugiados” y la enorme generosidad de las familias, que a pesar de estar viviendo sin poder atender sus necesidades más básicas conservan la sonrisa y la humanidad, ni siquiera mostrando señales de rencor: “sólo quieren despertar de esa pesadilla”.

Destacan la gran labor de voluntariado de muchos compañeros españoles que se están dejando la piel en turnos incansables para ayudar en todo lo posible, en un entorno en el que ni siquiera pueden comunicarse debidamente con los afectados por la diferencia idiomática pero en el que sin embargo se ha tejido una enorme red de apoyo sólida y muy eficiente. Igualmente la situación es dramática y sus intentos no hacen sino paliar un escenario que les hace sentir “vergüenza y terribles recuerdos de otras épocas que ya hicieron avergonzarse a toda una nación. Pero la historia se repite”.

Los problemas se suceden en todos los campos de refugiados. Por ejemplo, un ataque aéreo en uno situado en el norte de Siria provocó la muerte de alrededor de tres decenas de personas y heridas a otras más, informaron activistas. Imágenes en redes sociales muestran refugios destrozados en el campamento de Kamouna, ubicado a diez kilómetros de la frontera con Turquía.

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