Cuando se cumplen ya más de cinco meses desde que se refugió en la Embajada de Ecuador en Londres, este miércoles hemos sabido que comienza a haber una preocupación por parte del Gobierno de Rafael Correa sobre el estado de salud del fundador de WikiLeaks, Julian Assange.
El que el activista australiano esté cada vez más delgado ha llevado al Ejecutivo del país sudamericano a pedir a Reino Unido que garantice, llegado el caso, un traslado seguro al hospital. Se trata de que, si Assange necesitara cualquier tipo de asistencia no se aproveche esa circunstancia para detenerlo y extraditarlo a Suecia como sigue estando en vigor esa orden.
“Si se pone enfermo tendremos que hacer frente a dos alternativas: tratar a Assange en la Embajada u hospitalizarle”, manifestó en las últimas horas un representante del Ejecutivo ecuatoriano.
Y es que, pese a que Ecuador le concedió el asilo político, sigue sin existir garantías de un salvoconducto para que salga de la Embajada sin temor a que le apresen. Assange sigue estando convencido de que las acusaciones de Suecia no son más que una artimaña para que EEUU le acabe arrestando, por los cientos de documentos confidenciales que sacó a luz durante meses.
