Nadie ha dimitido. Nadie ha asumido responsabilidad alguna. Quienes gestionaron y dirigieron la construcción del enlace ferroviario y lo pusieron en marcha siguieron con sus carreras y con sus vidas, escondiéndose, negándose a contestar a algo e insistiendo en que todo estaba bien.
De las promesas de solidaridad y golpes en el pecho de los responsables púbicos, jurando a las víctimas y a sus familias que siempre estarían acompañadas y que se les daría toda la ayuda del mundo, ya no queda nada de verdad.
Ese es el resumen de los pasados seis años. Son los transcurridos ya desde el accidente en la curva de A Grandeira, en Angrois, en el que murieron 80 personas y 144 sufrieron heridas de diferente gravedad.
No hay un solo responsable…salvo el maquinista y, no hace tanto, también el ex jefe de seguridad de ADIF, en un proyecto de decenas de millones de euros, que pasó por la mano de varios ministros, presidentes de organismos públicos, directores y subdirectores generales y jefes de programa que parece que el tema no iba con ellos y que nada se les puede reprochar sobre los fallos en la planificación, en el trazado, en los sistemas de frenado, en las señalizaciones o en las comunicaciones.
Europa exige a España una investigación independiente del hecho, después de considerar que la realizada por las autoridades españolas era una vergüenza…y este miércoles, 24 de julio, las víctimas, de nuevo desde la calle, exigen a Pedro Sánchez que haga realidad esa investigación que aclare, por fin, qué ocurrió en Angrois…caiga quien caiga.
