Las Fiestas de Bouzas siguen siendo un referente del verano en nuestra ciudad y hasta allí que nos desplazamos esta para comprobar ‘in situ’ cómo se lo pasan grandes y pequeños. Con una temperatura estupenda, hubo tiempo para montarse en alguna que otra atracción y, como no, para picar algo.
De lo más ajetreado estaban camareros y cocineros pasadas las 11 de la noche atendiendo las mesas allí instaladas, mientras que miles de personas disfrutaban del día grande de esta fiesta, declarada de Interés Turístico de Galicia.
Como cada año, después de la procesión del Cristo de los Afligidos, a la que asistió la mayoría de la Corporación, el plato fuerte fueron los fuegos – los más importantes y esperados de Galicia – .
A lo largo del paseo de Bouzas, de la playa, de balcones y terrazas miles de personas para disfrutar de las toneladas de pólvora en forma de los clásicos faroles, paracaídas o palmeras en una combinación espectacular de colores que por momentos dio la sensación de que volvía a amanecer y una atronadora traca final que hizo temblar los tímpanos de todos los que se encontraban a menos de 500 metros. El mar, lleno de embarcaciones que no quisieron perderse la oportunidad de vivir los fuegos casi al ras.
