18 días encerrados en el Pozo Santa Cruz

ANTONIO ALBALADEJO/ Los huevos no sobran en Santa Clara, a donde van las novias a dejarlos para que no llueva el día de la boda, los huevos sobran en Santa Cruz. Esa es la impresión que te queda después de estar más de dos horas con José Antonio, Eliseo, Miguel Ángel, Ivo y Luis Ángel, los cinco mineros que están encerrados en este pozo leonés, a 3 kilómetros de la bocamina, desde hace 18 días, cuando entraron para darle el relevo a Segundo Porto, José Antonio Pérez, Víctor Manuel Almeida, José Pérez, José Araujo, Alfredo González y Primitivo Basalo, que aguantaron allí casi dos meses, algo inconcebible.

Para llegar hasta donde están ellos hay que hacer un ‘viaje’ de 25 minutos, por unas galerías oscuras y húmedas, la mayor parte en unos vagones en los que apenas cabes sentado y, luego un buen trecho a pie, hasta que te paras delante de la habitación que han montado, en una de las galerías, con tablas y plásticos.

Por el camino, dentro de la mina, imaginas que vas a entrevistar a unos tíos que deben de estar bastante jodidos y con lo que te encuentras es con cinco tipos que te dan la mano con una sonrisa, más porque parece hacerles gracia ver a alguien disfrazado de minerito, que por compromiso, “joder, ¿vienes desde Vigo?, ¿qué tal los de ‘la Naval’? ¿y el marisco? ¿aún queda?”. Y ahí se acabó el protocolo.

Saben de qué va esto. No soy el primer periodista que pasa por allí. Se sientan a la mesa en la que hay periódicos del día, unas cartas, pasatiempos y un par de cascos, y esperan a que empecemos, preguntando, otra vez, por los de “la Naval”… y por la playa. Miguel Ángel, conoce bien las de la zona de Vigo, estuvo viviendo dos años en Ponteareas, cuando trabajó en los túneles de A Cañiza, y vuelve todos los veranos a pasar un par de semanas, “veremos si este puedo ir”, me dice.

El pozo Santa Cruz está parado  desde el pasado 21 de mayo. Y se nota. En Toreno, Matarrosa, Páramo, Santa Cruz, Palacios de Sil, los pueblos que están alrededor de la mina, y en el mismo pozo, donde nada se mueve, “esto no es la mina, aquí hay actividad, un ruido que no te deja oír, y un polvo que no te deja ver al que tienes a dos metros de distancia”, comenta Eliseo, 32 años, siete de ellos trabajando aquí abajo. Le pregunto si cree que todo este sacrificio va a servir para evitar que el pozo acabe cerrando, “no sé, es difícil, pero tenemos que intentarlo, esta es nuestra vida”, contesta, “a ver qué coño dice el ministro”. Los demás están de acuerdo con él. “No sabemos más que lo que leemos en los periódicos que nos bajan cada día. El dueño del pozo nunca ha hablado con nosotros, ni con los compañeros que estuvieron 52 días metidos aquí…a los sindicatos les ha dicho que sin ayudas no puede mantenerlo ni pagar a 150 trabajadores”.

“Las ayudas ya estaban concedidas, no es algo nuevo que se pida ahora…eso ya estaba firmado y comprometido…y ahora viene el ministro este y dice que no, que no hay dinero”, interviene José Antonio, 44 años, minero de Santa Cruz desde hace 14, “lo único que pretende él…todo el Gobierno, es que volvamos a la Edad Media…con ricos y pobres, con señores y sirvientes…volver a un estado feudal, sino no se entiende lo que están haciendo, no solo a la minería, sino en toda la sociedad…los millonarios son más millonarios y los que tenían poco, ahora tienen menos”.

Todos saltan cuando les pregunto si es verdad que los mineros hacen un trabajo muy duro pero ganan mucho dinero. “¿Qué es mucho dinero, 2.500, 3.000 € al mes?, aquí trabajamos 10 horas al día y no creo que ninguno pasemos de los 1.100 o 1.200 €”, dice Luis Ángel, Gelo. “Puede que un capataz o un jefe llegue a los 2.000, pero de ahí para abajo, no se pasa de los 1.200, 1.300…y si llevas años”, concluye José Antonio.

“Además nadie sale de aquí de una pieza”, interviene Miguel Ángel…”no conozco a nadie que se haya ido entero de aquí”…”o tienes principio de silicosis, o artrosis, problemas de espalda, falta de visión, sordera, roturas…hasta amputaciones, yo he visto a más de uno perder una mano o los dedos”, interviene Eliseo. “Y no hablo de gente mayor, hablo de compañeros que han entrado a los 18 y se han prejubilado a los 42 o 43 hechos una mierda …¿sabes lo que es un tío de 45 años enganchado a una bombona de oxígeno?”

¿Por qué encerrarse en la mina y no en la sede de la Junta de Castilla-León, o en un ayuntamiento, en la Diputación, en la Delegación del Gobierno?, “los mineros nos encerramos en la mina, es algo de toda la vida”, responde José Antonio…”y es jodido… para quedarse aquí no vale cualquiera”, dice Gelo. “Esto va a pagarlo la salud…aquí duermes mal, el aire no es como el de fuera, hay mucha humedad, respira esto día y noche, no te da el sol…eso el cuerpo lo nota”, afirma Eliseo. “Y tienes pesadillas”, asegura Gelo…”te comes mucho el coco, no dejas de pensar qué va a pasar, qué vas a hacer con 44 tacos si te quedas en la calle””hay que estar mentalizado…yo no me como el coco, paseo, salgo, hablo con los compañeros…pero eso, un día y otro, te quema de cojones”, apostilla Miguel Ángel.

“Las ayudas ya estaban concedidas, no es algo nuevo que se pida ahora…eso ya estaba firmado y comprometido…y ahora viene el ministro este y dice que no, que no hay dinero”

¿Creéis que lo que estáis haciendo va a servir de ejemplo para otros sectores? Hay un silencio…”nosotros estamos aquí defendiendo lo nuestro, esto es con los que nos ganamos la vida…nos pasa a nosotros, le pasa a los compañeros de Asturias, de Aragón, a los de la Naval de Vigo…y a muchos más”, salta Eliseo…”están jodiendo el país y todo el pueblo debería unirse y no permitirlo”, concluye. “¿Quién gana con todo esto?…los ricos, los bancos, los que tienen la vida resuelta, los que especulan…y perdemos los que trabajamos, los que menos tenemos”, apunta José Antonio, “ya es delito hasta protestar… hasta ahora si salías podían acusarte de desorden público, ahora ya pueden decir que cometemos actos terroristas…esto es una dictadura, quieren quitarnos el trabajo y, encima, no dejarnos protestar…estos son los hijos y nietos de Franco, han visto lo que hacían sus padres y sus abuelos y hacen lo mismo”, asegura.

“Aquí trabajamos 10 horas al día y no creo que ninguno pasemos de los 1.100 o 1.200 € al mes”

Muchas veces a los mineros, sobre todo en estas últimas protestas, aquí y en Asturias, se os ha acusado de violentos, ¿qué opináis?…”toda violencia es mala, los mineros no somos violentos, para nada”, afirma Miguel Ángel, “la violencia no se provoca así porque sí…aquí nadie ha salido a cortar una carretera, sin más…tenemos una causa noble, no se te olvide”, recalca Gelo. “Y hay que ver lo que se cuenta…lo que cuentan los periódicos…ponen esas fotos de unos tíos quemando ruedas en medio de una carretera, pero no se ve a la Guardia Civil o los Antidisturbios cargando…en 2010, aquí en Villamartín, cargaron, quemaron un monte y nos echaron la culpa, y eso nadie lo sacó”, denuncia José Antonio…”somos mineros, no terroristas como quieren que parezca…si hay protestas no somos nosotros quienes las provocamos, nosotros venimos a trabajar…y en estas condiciones, y si hay trabajo no protestamos”, sentencia.

”No conozco a nadie que se haya ido entero de aquí”…”o tienes principio de silicosis, o artrosis, problemas de espalda, falta de visión, sordera, roturas…hasta amputaciones”

¿Cómo se decidió el encierro y el que fueseis vosotros los que dieseis el relevo a los compañeros que estuvieron 52 días? “Por sorteo…la mayoría de los que no habíamos estado encerrados nos presentamos voluntarios y entre todos se sorteó y nos tocó a nosotros”, contesta Gelo…”la peor parte la llevó Eliseo”, sonríe Miguel Ángel…”el chaval está, no enamorado, muy enamorado de esos de estar locos por la novia…se le vino desde Alicante y al día siguiente él se mete aquí”, acaba José Antonio.

¿Y la intención es estar hasta cuándo?, “hasta que aguantemos, responde rápido Gelo, “hasta que no podamos más”, dice, “los anteriores estuvieron 52 días, algo que seguro les va a pasar factura…alguno ya ha tenido algún toque de salud…a lo mejor no estar esos 52 días, pero hasta que aguantemos”. “Estar aquí quema, no puedes decir que vas a tirarte aquí semanas y semanas porque no es verdad”, interrumpe Eliseo…”los días se te hacen largos, procuras hacer ejercicio, distraerte…hablamos mucho…no tan tranquilos como ahora”, sonríe Miguel Ángel, que está “hasta los huevos de la barba, nunca he llevado y me la he dejado cuando nos encerramos”. “Estaremos todo lo que podamos…queremos que esto se solucione…volver al trabajo para que después de unos días haya que encerrarse o parar otra vez, no, mejor seguir adelante”, recalca José Antonio…”joder, que esta comarca lleva 100 años viviendo del carbón, no ha funcionado ninguna otra industria…y si el carbón cierra esto se muere”.

¿Además de la familia, qué se echa más de menos estando aquí?, “yo a la chavala”, dice Eliseo sin dudarlo, “la hecho mucho de menos, mucho, lo que más”…todos se ríen y comentan que, por supuesto, la familia y los amigos, “además de los que somos aquí”, es lo que más echas de menos…”yo el ir donde quiera, el tener libertad para andar por ahí, sin tener que comerte el tarro pensando si acabarás debajo de un puente”, añade Gelo…”el ir a Ponteareas, o si me invitas, a Vigo a comerme una mariscada…el estar en la playa, al aire libre”, dice Miguel Ángel…”hacer lo que hacía: una vida normal, eso es lo que más hecho de menos, el venir a trabajar y luego estar con la familia, salir, ir a tomar una caña en una terraza”, asegura José Antonio.

Ivo ha hablado poco. Este búlgaro enorme lleva solo 5 años en Santa Cruz pero, de todos ellos, es el que más experiencia tiene como minero, un trabajo que ya hacía en su país, antes de tener que venirse a León cuando en Bulgaria fueron cerrando las minas. “Solo quedan una de cobre y otra de carbón”, contesta en un más que buen castellano, ¿se parece lo que está pasando aquí a lo que pasó en Bulgaria?, “sí, es casi lo mismo, allí nos decían que nadie nos compraba el carbón…no era verdad…aquí dicen lo mismo y no, tampoco es cierto”. Padre de dos hijos, Ivo nunca pensó que esto pudiese pasar en España, “no, la verdad es que cuando vinimos creí que este sería el último trabajo para mi…ahora creo que no”.

La violencia no se provoca así porque sí…aquí nadie ha salido a cortar una carretera, sin más…tenemos una causa noble”

El resto de la conversación, vas a perdonarme, me la guardo. Tras las palabras de Ivo, apagué el Tablet y aproveché para charlar, sin más, con cinco tipos que están, ahora mismo, mientras lees esto, metidos debajo de una montaña, a cientos de metros de la entrada de Santa Cruz, a casi 400 kilómetros de aquí, donde no es fácil llegar y de donde yo salí para volver a la vida esa de la que hablaba José Antonio, la de ir a trabajar y tomarte una caña por ahí.  Nos hicimos unos fotos juntos, comentamos sobre los chavales, el verano, ‘la Naval’, la edad, la prensa…y los huevos…sobre esto último no añadiré nada, es evidente quien salió mejor parado.

 

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