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Primer mensaje del Papa: nada de vergüenza en esto de la fe

Ya os contamos que el Papa Benedicto XVI iba a hablar hasta en 8 ocasiones en Madrid, pues bien, en su primera intervención desde el propio aeropuerto de Barajas ya lanzó uno de sus mensajes directos: “No os avergoncéis del Señor”.

El pontífice afirmó que hay que echar una mano a los jóvenes “discípulos de Jesús” para que se mantengan firmes en la fe y calificó de “bella aventura” anunciarla allá por donde vayan.

Durante su discurso en el aeropuerto madrileño, incluso se refirió a la crisis económica mundial y se mostró preocupado por los miles de jóvenes que no tienen trabajo en la actualidad o están en alguno precario.

Como ya viene siendo habitual, Benedicto XVI aprovechó el viaje desde Italia para ofrecer alguna que otra declaración a los periodistas que vinieron con él. A bordo volvió a hablar de la crisis económica y aseguró que las regulaciones del mercado financiero mundial deben hacerse siempre desde una visión ética, en donde el hombre sea el centro.

El embarazo de Sáenz de Santamaría

Pero antes de dirigirse a los 2.000 jóvenes que le esperaban en el aeropuerto, los Reyes y las autoridades religiosas y políticas saludaron al Papa. La anécdota se la llevó una embarazadísima Soraya Sáenz de Santamaría, ya que sobre su estado le preguntó personalmente Benedicto XVI. Junto a la popular, otra, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, que tras saludar al Santo Padre aseguró que se había quedado sin habla.

Algunos medios ya han criticado que el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, sólo lo saludara con un apretón de manos, mientras que el líder del PP, mariano Rajoy, le besó la mano, al igual que el presidente del Congreso, el socialista José Bono.

La llegada del Papa  a la Plaza de las Cibeles está a punto de producirse, tras abandonar ya Nunciaturia en donde estuvo descansando hasta hace un rato.  Miles de peregrinos llevan toda la tarde aguantando en la citada plaza temperaturas superiores a los 36 grados. ¡Esto sí que es una cuestión de fe, sudar la gota gorda como si nada!

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