Cinco soldados estadounidenses, Calvin Gibbs, Jeremy Morlock, Andrew Holmes, Michael Wagnon y Adam Winfiel, y otros siete compañeros, miembros de la brigada de infantería Stryker, han sido acusados de haber matado a civiles afganos por deporte y de cortarles los dedos como trofeos, según información publicada hoy por ‘The Guardian’.
Los investigadores del Ejército de los Estados Unidos han obtenido pruebas de que el instigador de estos hechos sería el sargento Gibbs que habría empezado a planear los mismos en noviembre, tras su llegada a la base de Ramrod. Gibbs, de 25 años, alardeaba de haber hecho lo mismo en Irak y aseguró a sus compañeros que sería muy fácil “tirarles una granada y matarlos”, tras o cual habría formado con el soldado Morlock, de 22 años, un “equipo de asesinos” que habría acabado con la vida de tres civiles.
El primero de ellos fue Gul Mudin, que murió por impacto de metralla de una granada y varios disparos de un rifle, en la aldea de Mohamed Kalay, en enero. El segundo fue Marach Agha, abatido a tiros en febrero y el tercero, en mayo, Mulá Adadhdad, al que lanzaron una granada y dispararon. Los soldados, además, habrían cortado varios dedos de sus víctimas y se habrían hecho fotografías con los cadáveres.
Si estos hechos quedan probados, Gibbs, Morlock, Holmes, Wagnon y Winfield, que ya han sido acusados de asesinato, podrían ser condenados por un jurado militar a pena de muerte o cadena perpetua. Tras su detención, otros siete militares fueron acusados el mes pasado por encubrimiento de los asesinatos y agresión al soldado que denunció la existencia de este “equipo de la muerte”, acusación que se ve reforzada por la confesión de Morlock, que no sólo ha reconocido los hechos, sino que ha facilitado detalles sobre la intervención de sus compaleros en los mismos.
