Hace 51 años que no pisa el Tibet y nunca había puesto el pie en la Casa Blanca, hasta hoy. El presidente Obama recibirá en el Despacho Oval, habitualmente lugar de encuentro con jefes de estado y de gobierno extranjeros, a Su Santidad el Dalai Lama. De nada han servido las amenazas del gobierno chino, quien en una nota ha advertido que tal reuniñon afectará a las relaciones entre ambos países, ni las recomendaciones que su propia diplomacia ha hecho al presidente estadounidense.
Su Santidad, que recibió el Premio Nobel de la Paz en 1989, llegó ayer a Washington y, como primer acto se dirigió a un hotel para asistir a una ceremonia organizada con motivo del Año Nuevo. El enviado especial del líder espiritual, Lodi Gayari, anticipó que el Dalai Lama pediría al presidente norteamericano que le ayude a encontrar una solución para resolver la cuestión del Tíbet y que beneficie tanto al pueblo tibetano como al chino.
Mientras pasaba esto en Washington, al noroeste de China, lugar de nacimiento de Tenzim Gyatso, nombre del Dalai, los tibetanos que residen allí celebraron con fuegos artificiales la reunión, aunque los monjes tibetanos de Tongren organizan espectáculos pirotécnicos cada año por estas fechas para conmemorar el inicio del Año Nuevo lunar, en esta ocasión sacaron los fuegos para celebrar también el encuentro que, muchos de ellos, no creían posible