Japón es famoso por el reducido espacio de sus viviendas, en las que Ikea tendría que hacer un gran esfuerzo de imaginación para decorarlas sin que le falte de nada. Con la mitad de espacio en la casa que en Estados Unidos, por ejemplo, el país se ha convertido en un mercado natural para las innovaciones enfocadas al ahorro de espacio: los libros digitales. Y, aunque Japón se ha subido rápidamente al carro de los libros electrónicos, la industria editorial camina despacio y aún no ofrece muchas ediciones en japonés.
Por eso, las familias están contratando empresas para que de forma artesanal escanee sus libros y los pasen a formato PDF por un módico precio. Algunos incluso lo están haciendo por su cuenta. En los últimos meses la venta de escáners ha crecido un 80%. Y es que en Japón la ley permite que los dueños digitalicen sus colecciones para uso personal, aunque los propietarios de los derechos de autor temen que el contenido comience a circular de forma ilegal.
