Fue hace apenas cinco meses. Nueva York se despertaba en plena alerta tras detectar una bomba en Times Square, lo que paralizó una de las zonas más turísticas de la ciudad, donde las cámaras de fotos se cambiaron por los trajes de los servicios de emergencias y especialistas en explosivos. Faisal Shahzad, de 31 años, colocó un coche con tres bombonas de propano y dos de gasolina, dos relojes con pilas, cables y material pirotécnico en pleno corazón de Manhattan.
Nunca llegó a explotar, pero hoy un jurado lo ha condenado a cadena perpetua sin posibilidad de acceder a la libertad condicional. Shahzad, de nacionalidad paquistaní, se declaró culpable y aseguró que había sido entrenado por un grupo talibán llamado Tehrik-e-Taliban Pakistan, la cabeza pensante del atentado fallido.
Otras cuatro personas de Karachi fueron también detenidas tras relacionarlas con el atentado gracias a la importante información que confesó el acusado, que fue detenido en el aeropuerto John F. Kennedy cuando intentaba abandonar el país y dirigirse hacia Dubai.
