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Policías y Bomberos evitan ‘in extremis’ el suicidio de un joven en Coruxo

poli nacional y bomberos

Totalmente atrincherado en un garaje en Coruxo, incomunicado, con la puerta cerrada y solamente visible desde un ventanuco al que para asomarse había que subirse en un taburete. Su intención era clara: colgarse.

Un equipo de cuatro agentes de la Policía Nacional y una dotación de seis bomberos de Vigo consiguieron salvarle la vida in extremis, después de tener que romper con una pinza la puerta y sacar a mano chapas para poder dejar “el mínimo hueco para entrar reptando”, levantar al joven e intentar romper la soga que tenía al cuello.

Ocurrió el pasado 14 de junio, entre las 10 y las 12.30 horas, 150 minutos de tensión en los que la situación no dejó de complicarse hasta que consiguieron sedar al joven de algo más de 30 años, con antecedentes de brotes psicóticos y que minutos antes había discutido con su pareja.

Así relataban lo sucedido los agentes Miro, Vila y Bande y el cabo Romero, quienes aseguraban que este tipo de colaboración entre ambos cuerpos es habitual y efectiva y se basa en la “coordinación, la práctica del día a día, el sentido común y hablar mucho entre nosotros”.

Oponiendo resistencia hasta conseguir sedarlo

Una vez consiguieron entrar, entre varios bomberos levantaron al hombre ya inconsciente, de unos 120 kilos, y cortaron la soga. Aunque en un principio no respiraba, al tenderlo en el suelo y estirarle el cuello empezó a jadear y a volver en sí.

En cuanto recuperó el conocimiento la situación volvió a ser de nuevo crítica, ya que no dejaba de resistirse. Una saca debajo de la cabeza para que no se autolesionara, cuatro personas inmovilizando rodillas, cadera y torso para que no se hiciera daño… “llegamos incluso a tener que atarle las piernas con cinta de embalar para evitar que diera patadas, porque ni entre cuatro personas conseguíamos reducirlo. Estaba fuera de sí”.

En cuanto llegaron los servicios sanitario le administraron sedantes y, cuando le hicieron efecto, lo transportaron hasta una ambulancia para trasladarlo a Povisa. “Lo complicado de este caso fue conjuntar la actuación técnica y ver cómo enfocar todas las trabas que se nos presentaban, además de intentar tranquilizar a la familia, que estaba viviendo una situación límite”, aseguraron.

Un trabajo complicado “a nivel técnico y anímico”. “En el momento de la actuación vives una situación de estrés total, el tiempo se te hace eterno cuando estás esperando a que llegue alguien… Lo mejor es la sensación con la que te vas luego para casa cuando todo acaba bien”, explica el agente Vila.

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