Internacional

Se multiplica por diez el número de niños utilizados en ataques suicidas

Children walk home after school at the Minawao refugee camp in Northern Cameroon, Tuesday 5 April 2016. The conflict in North-East Nigeria prompted by Boko Haram has led to widespread displacement, violations of international humanitarian and human rights law, protection risks and a severe humanitarian crisis. This is one of the fastest growing displacement crisis in Africa – one of the world’s most forgotten emergencies, with little attention from the donor community. Across Nigeria, Niger, Cameroon and Chad, over 2.7 million people – mostly women and children – have now fled the Boko Haram-related violence. Many children have been subject to grave violations including forced recruitment, and being used as suicide bombers. Women and girls have been trafficked, raped, abducted and forcibly married. Schools have been attacked, looted, damaged or used as shelter by displaced families. The conflict is exacting a heavy toll on children, affecting not just their well-being and their safety but also their access to basic health, education, nutrition and social services.

El número de niños involucrados en ataques suicidas en Nigeria, Camerún, Chad y Níger ha aumentado drásticamente en el último año, pasando de los cuatro en 2014 a los 44 en 2015, más del 75% niñas, según datos publicados hoy por Unicef y recogidos en el informe Beyond Chibok, publicado dos años después del secuestro de las 200 estudiantes de Chibok.

Este informe revela tendencias alarmantes en los cuatro países afectados por Boko Haram en los últimos dos años, como que entre enero de 2014 y febrero de 2016 Camerún registró el número más alto de ataques suicidas en los que se ha involucrado a niños (21), seguido de Níger (17) y Chad (2).

De hecho, en los dos últimos años, casi el 20% de los individuos que participaron en ataques suicidas eran menores de edad y, por primera vez, los ataques suicidas se propagaron más allá de las fronteras de Nigeria.

El uso premeditado de niños que podrían haber sufrido coacciones para llevar bombas ha creado, según Unicef, un ambiente de miedo y desconfianza que tiene consecuencias devastadoras para las niñas que sobrevivieron al cautiverio y a la violencia sexual de Boko Haram en el noreste de Nigeria. Los niños que escaparon de los grupos armados o fueron liberados por ellos, a menudo son considerados como amenazas potenciales a la seguridad, tal y como señala una reciente investigación de Unicef e International Alert, y los niños que nacen como consecuencia de la violencia sexual también sufren estigmatización y discriminación en sus aldeas, en las comunidades de acogida y en los campamentos para personas desplazadas internamente.

Pero no son las únicas consecuencias de la presencia de Boko Haram en la zona. Según Beyond Chibok casi 1,3 millones de niños se han visto desplazados, unas 1.800 escuelas están cerradas porque han sido destruidas, saqueadas, quemadas o utilizadas como refugios para personas desplazadas, y unos 5.000 niños se encuentran separados de sus padres.

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