Los problemas “menores” del nuevo hospital, como los han calificado el presidente Feijóo, el vicepresidente Rueda, la conselleira de Sanidade, Rocío Mosquera, y el gerente del Área Sanitaria de Vigo, Félix Ruibal, no parece que se hayan solucionado.
Apenas unas horas después de la apertura de Urgencias en el Álvaro Cunqueiro, las quejas de los pacientes son incesantes. A las horas de espera, que no se han reducido en relación con las del Xeral y Meixoeiro (como denuncia este paciente en un vídeo), se suma la falta de ropa-sábanas, mantas, almohadas- para los pacientes, de material adecuado, las zonas aún en obras donde hay máquinas que no funcionan, no han acabado de montarse o deben de compartirse.
El personal necesario para atender a las personas que llegan “se ha reducido al mínimo absoluto”, comenta un miembro del mismo, que indica que hay mujeres que vienen a dar a luz que han estado esperando más de dos horas después de romper aguas; otras a las que el personal no puede controlar las contracciones porque no hay aparatos para ello; muestras de sangre y orina para analizar que se quedan ‘olvidadas’ porque nadie sabe quién debe llevarlas al laboratorio; mujeres que tienen que ir a los baños de la sala de espera porque-en contra de lo que asegura el gerente del Área Sanitaria- son los únicos que hay; la sala de Rayos X de Urgencias aún no ha sido montada, hay enfermos acomodados en salas en las que aún se amontonan cajas, las sillas de ruedas, “por orden de la concesionaria”, no pueden estar en los pasillos de Urgencias, ello obliga a salir a recibir a las personas que llegan, preguntarles si necesitan sillas o una camilla, volver a entrar para cogerla y salir, de nuevo, a por el paciente.
Lo que cuentan los pacientes que están ingresados no es mucho mejor. Comida escasa, helada o “encharcada en agua porque acaba de ser descongelada”; duchas que hay que “rodear” con toallas, “haciendo un dique” para que el agua no llegue a la habitación, en las que no hay dónde colgar el suero, en los que faltan toallas y jabón.
Aparatos de Telemetria, conectados a un monitor que está en el mostrador de las enfermeras, que registra el ritmo cardíaco del paciente, que funcionan con pilas, pilas que tienen que ser puestas por las enfermeras o por los propios enfermos; timbres que no funcionan; habitaciones sin limpiar o material biológico que no ha sido recogido metido en bolsas de basura.
El personal también denuncia que los pasillos por los que deben llevarse a los enfermos a la UCI están llenos de aparataje sin instalar; las puertas no están señalizadas, lo que ha obligado a los trabajadores a hacerlo ellos mismos.
Almacenes a oscuras; “en los quirófanos puede entrar quien quiera porque no hay señalización que lo prohíba o que avise de que se trata de una zona estéril”; descoordinación entre las distintas áreas; falta de dirección; dificultades para encontrar material y deficiencias en la esterilización.
