Grandes dosis de humor, originalidad y falta de timidez, han impulsado a la fotógrafa estadounidense Suzanne Heintz a tomar una medida peculiar para atajar la imagen de solterona que sus familiares, amigos y desconocidos le atribuían: comprarse una familia. Un marido y una hija de plástico con los que parodia las típicas escenas familiares, que incluyen la rutinaria vida diaria, celebraciones de calendario o viajes por el mundo.
Ataviada con una cámara fotográfica y dos maniquíes, Heintz recrea ante la mirada estupefacta de los viandantes el ambiente feliz de una familia caracterizada de los años 50. Una respuesta humorística ante el problema de continuar soltero, mostrado al público como sus alegres momentos Kodak.
Las instantáneas, le permiten a la artista reflexionar sobre el modo de vida estadounidense, que considera “artificial y recubierto de una falsa perfección”. Imágenes que recrean situaciones variopintas, desde el descubrimiento de los regalos de Navidad, la cena de Acción de Gracias o románticas escenas parisinas. Hay quienes lo consideran reivindicación social, arte o locura.
