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Juicio por el ‘crimen de Coruxo’, “escuché unos gritos desgarradores ¡por favor!, por favor!”

El acusado del crimen, ex marido de la víctima/Tresyuno Comunicación

El juicio por el ‘crimen de Coruxo’ sigue este martes, por cuarto día, con el testimonio de los peritos que examinaron la casa donde se produjo la muerte de Cristina González Sacau, de 37 años y los testigos de la defensa.

Este lunes prestaron declaración varios de los policías que examinaron la pista de Cans donde el acusado, el ex marido de Cristina, Francisco Álvarez, enterró el ordenador y el móvil de la víctima, además de quienes estuvieron en la casa. Durante la sesión se expusieron varias fotografías tomadas por los agentes en la misma y se proyectó, íntegro, el vídeo policial en el que se mostraba el estado de su interior y del cuerpo de la víctima.

También prestaron declaración las hermanas de Cristina, quienes indicaron que ésta- que se divorció, de mutuo acuerdo en agosto de 2011- se sentía vigilada por su ex marido quien, afirmaron, controlaba sus salidas de casa, cuando iba a recoger o a llevar a sus hijos al colegio o cuando los llevaba a la playa. Ambas coincidieron en que el acusado es un hombre poco sociable, retraído, afirmaron que Cristina no le tenía miedo aunque sí “le molestaba” que la controlase y añadieron que el matrimonio “iba mal desde hacía tiempo” aunque no conocían episodios de violencia física o maltrato.

Charo González Sacau- quien se ha hecho cargo de los dos hijos mellizos de su hermana- “a los que tengo que sacar adelante con una pensión de incapacidad de 350 € y los 180 € que cobran por orfandad”– reiteró que Cristina “era una chica muy alegre, quería ser feliz, y que su ex marido también lo fuera, que rehiciera su vida”.

El testimonio más impactante del día fue el de Aurea, una anciana, vecina de la pareja quien relató que el día 11 de octubre de 2011, por la mañana, después de levantarse, salió al jardín y escuchó “unos gritos desgarradores” que llegaban desde la casa de Cristina, solo decían ¡por favor! ¡por favor!…algo tremendo…y luego un último grito que parecía que le hubiese salido desde el fondo ¡por favor!…después todo se quedó en silencio, no se oyó nada más, ni una puerta, ni un golpe…nada en absoluto”.

A preguntas de la fiscal y los abogados, el de la acusación particular y el de la defensa, Áurea contestó que los gritos fueron en un plazo de tiempo muy corto y que no volvió a escuchar ningún ruido más, ni vio a nadie entrando o saliendo de la casa. La testigo añadió que no creyó que hubiese una mujer muerta, aunque sí aseguró que los gritos le habían parecido “los de alguien a quien estuviesen matando”.

 

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