Cultura

La muerte de Óscar Niemeyer deja huérfana a la arquitectura de los dos últimos siglos

El arquitecto brasileño Óscar Niemeyer ha muerto este miércoles a los 104 años de edad, después de que en el último año fuera hospitalizado en varias ocasiones por distintos problemas de salud. En mayo, estuvo ingresado tres semanas a causa de una neumonía. En octubre, volvió al hospital durante dos semanas por una deshidratación. A principios de noviembre, tuvo que ser ingresado otra vez por un problema renal y por una infección respiratoria. Ayer, el Hospital Samaritano de Río de Janeiro emitió un comunicado advirtiendo de que su estado era “grave”.

Niemeyer, que iba a cumplir 105 años el próximo 15 de diciembre, está considerado el padre de la arquitectura moderna gracias a sus líneas ondulantes, inspirados, según él mismo confesó en varias ocasiones, en las curvas femeninas y en las montañas y los ríos del país sudamericano.

La obra maestra de este genio, que firmó más de 600 edificaciones por todo el mundo es, sin duda, Brasilia. Niemeyer y el urbanista Lucio Costa fueron los encargados de dirigir este gran proyecto, que culminó en 1960, cuando se convirtió en la capital brasileña. El arquitecto creó con sus trazos los principales edificios públicos sobre el “plano piloto” ideado por el urbanista para alumbrar una ciudad en forma de avión. El gran valor arquitectónico y la impecable ordenación urbanística de Brasilia llevaron a que la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) la declarara en 1987 Patrimonio de la Humanidad.

No obstante, en su larga trayectoria profesional destacan otras obras como la sede de la Secretaría General de Naciones Unidas, en Nueva York; la sede del Partido Comunista Francés, en París; la Mezquita de Argel y la Catedral Católica de Brasilia. En España, ha firmado el Centro Niemeyer, en Avilés (Asturias).

 

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