El régimen de Bashar al Assad justifica la matanza indiscriminada de Tremseh, en la provincia de Hama, como una “respuesta militar” que las tropas gubernamentales tuvieron que llevar a cabo contra los rebeldes que califica, una vez más, como “terroristas”.
Así lo ha explicado el portavoz del Ministerio sirio de Asuntos Exteriores, Yihad Makdissi, quien además niega que murieran 200 personas, rebajando la cifra a tan sólo 2 muertos entre la población civil y cerca de 40 combatientes.
Según este responsable del Gobierno sirio, lo acontecido hace unos días en Tremseh fue “un enfrentamiento entre las fuerzas regulares y los grupos armados que no creen en una solución pacífica” y negó las acusaciones de la comunidad internacional sobre que detrás de esa masacra está, nuevamente, la opresión y la mano del régimen sirio.
Frente a estas explicaciones sobre que “no fue una masacre“, en cambio, los observadores de la Misión de Supervisión de Naciones Unidas en Siria pudieron constatar este sábado sobre el terreno que la ofensiva tuvo como objetivo principal a los desertores del Ejército y a activistas de la oposición.
También pudieron comprobar que durante los ataques se empleó un amplio repertorio de armamento, como artillería y morteros. Incluso esa cifra de 200 muertos podría ser todavía mayor.
