El ataque, según denuncia el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, ha sido iniciado por tropas leales al presidente Assad, en Ilib, al norte del país. Esta organización ha asegurado que dos de los muertos don niños y que el ataque, además, ha causado varias decenas de heridos, algunos de ellos en estado crítico.
Este bombardeo es otro más de los incumplimientos del alto el fuego acordado por el régimen de Bashar al Assad con el enviado especial de la ONU y la Liga Árabe, Kofi Annan, y se produce apenas unas horas después de que se hayan desplegado por todo el país los observadores militares de Naciones Unidas, encargados de supervisar el cese de la lucha y la retirada de las fuerzas del dictador de las principales ciudades sirias.
La realidad es que Assad nunca ha tenido intención de respetar el cese de los enfrentamientos: la semana pasada violó la tregua con ataques en damasco, esta semana con matanzas en Idlib y la anterior con ataques en buena parte del país, principalmente el Holms.
Aunque 30 observadores, integrantes de la primera avanzadilla de la ONU, están ya sobre el terreno, la dictadura siria ha impedido en todo momento el movimiento de periodistas que puedan informar sobre la situación real. Las noticias que llegan son suministradas, clandestinamente, por miembros de organizaciones no gubernamentales, entre ellas, la matanza a sangre fría de familias enteras, las torturas, encarcelamientos y ejecuciones sumarias basadas en la mera sospecha de oponerse al régimen dictatorial.