Y todo parece indicar que esa cifra de más de 600 muertos en Filipinas se seguirá incrementando, ya que todavía hay unos 800 desaparecidos en el archipiélago. Pero, mientras las familias lloran a sus muertos y lo han perdido todo, las autoridades locales y estatales se echan las culpas las unas a las otras.
Así, la agencia de gestión de emergencias asegura que informó de una manera adecuada de la llegada del tifón, algo en lo que discrepan las autoridades locales. Sea como sea, lo que está claro es que la tragedia es inmensa en las dos localidades más afectadas, Cagayán de Oro e Iligan en la isla de Mindanao.
La Cruz Roja está ayudando en la coordinación con el Gobierno loca, ejército filipino, policía y distintas organizaciones humanitarias que también está en el terreno.
