Tenía 85 años y su verdadero nombre era Svetlana Stalina. Se trata de la única hija viva del dictador sovietico Joseff Stalin, que ha muerto en los Estados Unidos, tras varios años luchando contra un cáncer de colon. Doctorada en Historia y traductora, la ‘princesa del Krenlim’ había nacido en 1928,fruto de la unión de Stalin con Nadezhda Alliluyeva; en 1949, Svetlana se casó con Yuri Zhdanov, hijo de la mano derecha de Stalin, Andrei Zhdanov. El matrimonio tuvo una hija, pero se divorció rápidamente. Después de la muerte de Stalin, en 1953, y de la desestalinización de la Unión Soviética, Svetlana perdió su estatus privilegiado. Tomo el apellido de soltera de su madre, y pasó a llamarse Svetlana Alliluyeva. Las autoridades le prohibieron casarse con un estudiante de India de paso por Moscú. Sin embargo, logró el permiso para llevar sus cenizas de regreso a India en 1967, cuando él murió de una enfermedad. Allí, Svetlana aprovechó la oportunidad para burlar a la KGB y buscar asilo en la embajada de Estados Unidos en Nueva Delhi. En plena Guerra Fría, la suya fue la deserción más sensacional desde la de Rudolf Nureyev seis años antes.
Al llegar a Nueva York, tras pasar por Italia y Suiza, denunció el régimen soviético, llamándolo “monstruo moral y espiritual“. Su autobiografía, “Veinte cartas a un amigo“, le reportó 2,5 millones de dólares. La KGB, que ella comparó con la Gestapo, la buscaba para eliminarla.
En 1970, se convirtió en Lana Peters después de un breve matrimonio con el arquitecto William Wesley Peters, un alumno del prestigioso Frank Lloyd Wright. Contra todos los pronósticos, regresó a la URSS en 1984 para ver a los niños que había abandonado hacía 17 años. Allí denunció a Occidente, diciendo que había sido manipulado por la CIA. Pero regresó a Estados Unidos en 1986, negando esta vez sus comentarios antiestadounidenses.