ALEJANDRA BERNARDO/ Monrovia

Domingo 31 de julio de 2011. 17:17 h. Tarde de domingo. No sé cómo decirlo porque una vez escrito me suena verdaderamente “fuerte”, aunque aquí es así: “the whites are in the beach and the locals in the pool”. Este es uno de los pocos sitios donde la gente viene los domingos a pasar la tarde.

Estoy leyendo la autobiografía de Nelson Mandela. Yo también tengo tarde libre.

Llegado el momento cuenta que cuando creó su propio despacho de abogados en Johannesburgo llegó a tener mucha clientela. Había contratado como secretaria a una mujer que carecía del más mínimo sentido de la separación por colores, lo que le ayudaba a conocer a una gran cantidad de gente. Personas de todo tipo, procedencias y lugares. Gracias a ello, esta mujer, tuvo la oportunidad de recomendar el despacho a muchos de aquellos que realmente necesitaban de una defensa frente a la opresión debida a su color, lo que ayudó a que el despacho alcanzara un volumen de trabajo verdaderamente intenso.

Aquí no hay separación por colores. Aquí nunca ha habido, como en Sudáfrica, separación por colores. Hoy son pocos los blancos residentes en el país. Hace años, no tantos, al hombre blanco ni se le ocurría pisar estas tierras. En este caso es una cuestión de hábitos, de costumbres. A los locales no les gusta el mar. Pero tenéis que verlos en la piscina. Hay flotadores de todos los colores. Los niños y algún mayor, se bañan con la ropa, con poca pero con la ropa. Camisetas, pantalones cortos. Costumbre o vergüenza, la piscina está llena. Es de azulejo negro. Las ropas, bañadores y flotadores de colores vivos destacan sobre los materiales y los cuerpos oscuros. Ojalá pudierais avistar el escenario. Procede una foto y al mismo tiempo no. Yo estoy de visita, pero para quedarme, y al fin y al cabo prefiero que estén de mi lado.

Por cierto, creo que ésta debe ser una de las 4 piscinas que debe haber en todo el país. Ahora estoy recordando la cantidad de cuadraditos azules que vemos cuando por ejemplo volamos sobre una ciudad europea por grande o pequeña que sea, y me parece increíble lo mucho que los otros tenemos.

A pesar de las recomendaciones esta mañana cogí la cámara y las llaves del coche y me eché a la calle. A la “lowway”. Con la intención de captar algún momento de esos que tengo la oportunidad de ver a diario para enseñaros: una madre con su hijo pequeño a la espalda, chicas vestidas con ropas de colores muy llamativos,…casas de colores,…

Hoy además, domingo, es día de ir a la iglesia (church) y de cantar a grito pelado. Se pueden oír los cánticos por doquier, desde doquier. Y los vestidos y tocados salen a pasear por las mismas polvorientas calles que entre semana. Amarillos con rosa, dorados, verdes intensos, naranjas, fucsias, rojos con azules, …este debería ser el país del arco iris. Un arco iris que he visto ya dos veces desde que estoy aquí. La sola idea de captar algunas de esas imágenes me emocionaba. (Os dejo una foto tomada uno de los primeros días desde que llegué, después de llover, por la mañana temprano, lo véis?)

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