El propio Berlusconi ha tenido que reunir a un gabinete de crisis para afrontar las protestas, que han acabado en batallas campales, por la instalación en Nápoles del que es considerado el mayor vertedero de basura de Europa. Las calles que llegan hasta la zona han aparecido con barricadas a las que los manifestantes han prendido fuego, lo que ha impedido descargar la basura recogida por la noche.
Además, los vecinos, que no quieren aguantar los malos olores y que están seguros de que el vertedero afectará a su salud, se han enfrentado con la Policía con cócteles Molotov, piedras, tornillos o tuberías, lo que ha obligado a cargar a los antidisturbios. La pelea se ha saldado con tres detenido, y varios heridos, pero los camiones no han podido pasar y, por tercera noche, la basura se acumula en contenedores y calles.
Este tema reviste una especial importancia en Nápoles, donde el servicio de limpieza siempre ha sido una pesadilla de la que no han querido ocuparse las autoridades: primero por la vinculación del mismo con la Mafia y ahora por la aparición de unas empresas basureras que se mueven al filo de la ilegalidad, contratando a empleados de manera irregular y ofreciendo un servicio barato pero muy deficiente.
A ello hay que añadir la enorme cantidad de residuos que genera la ciudad y las tremendas dificultades para su tratamiento, empezando por los riesgos para la salud de quienes viven en las inmediaciones de Terzigno, zona en la que se ha planificado la nueva planta.
