No es vinculante, pero demuestra que la política de Nicolas Sarkozy no está siendo bien vista en el Parlamento Europeo. Los europarlamentarios han pedido por mayoría absoluta al presidente de Francia que cese la expulsión de gitanos del país escudándose en que están ocupando poblados ilegales a lo largo de todo el país y que se les remunera por regresar a sus estados de origen. Para Bruselas se trata de una política “abiertamente discriminatoria” que alimenta el racismo y las acciones de los grupos de extrema derecha.
En lo que no se han fijado los parlamentarios europeos es en que a Sarkozy le están dando gato por liebre: varios gitanos rumanos y búlgaros con orden de repatriación cruzaron la frontera con Bélgica y volvieron a entrar en Francia minutos después ante la presencia de un notario en una operación organizada por dos abogados expertos en derechos extranjeros.
Todo para demostrar el absurdo de las acciones del presidente de la república, como explican los propios organizadores, al haber libre circulación de personas entre estos países de la Unión Europea: “Los gitanos ejecutaron su expulsión a la frontera, que se convierte en nulo y, por tanto, pueden volver legalmente como ciudadanos europeos a territorio francés”. Y otros tres meses que pueden estar sin tener que justificar ninguna actividad. Después sólo tienen que tener trabajo, estar estudiando o justificar que tienen dinero y seguro médico.