Las traían ilegalmente de países del Este y las obligaban a prostituirse en un régimen de disponibilidad de 24 horas al día. Así operaba la red de explotación sexual desarticulada por la Policía Nacional y a cuya cabeza estaba una mujer ucraniana que se ocultaba tras varios nombres falsos. Ésta obligaba a las jóvenes a pagar una cuota por su trabajo durante 21 días en prostíbulos que eran dirigidos por una madame y vigilados por matones a sueldo. En ellos las chicas, que en la totalidad de los casos compartían habitación y cama con cuatro y hasta cinco compañeras más, debían estar listas para hacer un servicio en el momento que las llamasen, fuese la hora que fuese.Las mujeres llegaban a España desde Moscú, vía Madrid, y luego Tenerife, desde donde se las devolvía a la península, especialmente a la capital y a Barcelona, pasado un tiempo. Según la información en la que se ha basado la actuación de la Policía, y que ha sido facilitada por las fuerzas de seguridad rusas, la organización disponía de un amplio dispositivo de captación de las mismas, especialmente en Rusia, Ucrania y Bielorrusia.
