Son 66 niños y proceden de varias localidades ucranianas afectadas por el accidente nuclear de Chernóbil, hace ahora ya 24 años, pero este verano lo pasarán lejos de radiaciones y al calor de Galicia. Otras tantas familias de toda la comunidad se han dado cita hoy en Santiago para recoger al niño que acogerán durante dos meses en los que el sol y la alimentación reportarán muchos beneficios en su salud.
Y para eso sólo hay que tener conciencia solidaria y muchas ganas. Las familias, que este año no han recibido ningún tipo de ayuda, han tenido que pagar poco más de 400 euros para sufragar los gastos del viaje del niño y tendrán que afrontar su manutención durante estos dos meses, pero lo que estos niños procedentes de centros de acogida o familias tuteladas aportarán no tiene precio. El vínculo que se crea con la familia es espectacular, por lo que lo más habitual es que todas repitan la experiencia.
Ledicia Cativa es la ONG que trabaja desde hace año con estos niños, de los 33 vienen por primera vez a Galicia. Los únicos escollos: el idioma, para lo que vienen con 3 intérpretes; su historial clínico, ya que muchos aún sufren los efectos de la radiación liberada en la Central Nuclear de Chernóbil, 500 veces mayor a la irradiada por la bomba atómica de Hiroshima. Según estudios epidemiológicos, su estancia aquí engordan una media de 3 kilos, crecen unos 2,5 centímetros y pueden prolongarles la vida otros dos años.
Estarán en Galicia hasta el próximo 27 de agosto. Ahora, aparte de realizar alguna actividad conjunta con el resto de compatriotas, lo que les queda es disfrutar del verano.
