Los 45 minutos más largos se vivieron esta mañana en el Centro Comercial Meixoeiro. Sobre las 14 horas 5 adultos y 2 niños (de 3 y 5 años) se quedaban encerrados en uno de los ascensores que comunican con Decathlon durante más de tres cuartos de hora, lo que tardó uno de los técnicos de la empresa responsable Enor en llegar a la zona desde el centro de Vigo y liberarlos. Se trataría de un simple fallo técnico si no fuera por la cantidad de “irregularidades” que los afectados se encontraron a la hora de intentar salir de su encierro.
Tras comunicar con la central a través del teléfono interno del ascensor, la empresa les aseguró que el técnico ya estaba en camino. Al ver que el tiempo pasaba y que la empresa encargada no les daba ninguna alternativa, los afectados llamaron a la propia tienda de Decathlon gracias a un ticket de compra y que uno de ellos tenía algo de cobertura en su teléfono móvil, ya que lo habitual en estos casos es que sólo se puedan realizar llamadas de emergencia. Los empleados de la tienda se encontraron con que en la puerta del ascensor no figuraba ninguna pegatina identificativa de la empresa encargada de los ascensores con el teléfono de contacto, que no había personal de seguridad en el centro al que recurrir ni una llave auxiliar de emergencia con la que poder abrir al menos alguna puerta para facilitar la ventilación de la zona.
A los 20 minutos de espera, siempre con la ayuda de los empleados de Decathlon, llamaron a los bomberos para que intentaran sacarlos de allí, aunque al final no tuvieron que intervenir, ya que llegaron al mismo tiempo que el técnico de Enor. Pero la odisea no terminaba ahí: el técnico estuvo al menos otro cuarto de hora buscando la sala de máquinas, ya que no aparecía señalizada en ningún lugar.
Con el susto todavía en el cuerpo, los afectados denunciarán los hechos ante la Policía y presentarán una reclamación en el Concello, ya que “se trata de un lugar público que debe tener unas licencias y que para que estén en regla debe cumplir unos requisitos mínimos”. Un mal trago que esperan que no vuelva a pasar nadie.
