Han pasado 17 años desde que Ramón Ortega Quina, de 21 años, apareció muerto en la calle Torrecedeira de Vigo. Era la madrugada del 19 de diciembre de 2008. La investigación policial se cerró sin una explicación concluyente, pese a que las pruebas recopiladas no confirmaron la versión inicial de un accidente y sí apuntaron a la posible intervención de terceras personas.
Contradicciones relevantes
El caso estuvo marcado desde el inicio por contradicciones relevantes. Las autopsias practicadas al cuerpo del joven llegaron a conclusiones distintas sobre las causas y la mecánica de la muerte, según la documentación que conserva su madre, Susana Quina. Tampoco hubo consenso entre investigadores y expertos consultados, algunos de los cuales llegaron a advertir a la familia del riesgo de cerrar el procedimiento sin agotar todas las líneas de investigación.
La familia sostiene que no se tuvieron en cuenta declaraciones de testigos y que nunca se interrogó a varias personas que podrían haber aportado información relevante. Esta omisión contrasta con el entorno del suceso: una calle densamente poblada, cercana al puerto, con tráfico nocturno y varios bares abiertos a escasos metros del lugar donde apareció el cuerpo.
El sumario recoge que la muerte pudo causarla otra persona
En el propio sumario judicial se recoge que la muerte pudo haber sido causada por otra persona, una hipótesis que se considera tan verosímil como la de un supuesto accidente calificado de “rocambolesco”. Esta última versión planteaba una caída tras escalar una fachada y golpear distintos elementos urbanos, extremos que, según la familia, no quedaron respaldados por pruebas físicas ni periciales. Incluso los forenses discreparon sobre la forma en que se habrían producido los impactos.
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Reconstrucción alternativa
Frente a esa hipótesis, la familia presentó una reconstrucción alternativa avalada por miembros de la Brigada de Investigación Científica desplazados desde Madrid. Según esta versión, a Ramón le habrían golpeado por detrás mientras orinaba, lo que provocó su caída primero de rodillas —explicando las lesiones en esa zona— y después de frente contra el pavimento, causando la rotura de los dientes.
También existen testimonios presenciales que no se incorporaron a la investigación. En una grabación televisiva, una mujer afirmó que su hijo estaba despierto y en el balcón en torno a las tres de la madrugada, aunque oficialmente se concluyó que nadie vio ni oyó nada aquella noche.
Desde el cierre del caso, la familia no volvió a recibir comunicación efectiva de las autoridades que, en su momento, prometieron colaboración pública. Susana Quina asegura haber solicitado durante años actuaciones a distintos responsables institucionales, sin obtener respuesta, amparándose estos en la burocracia o en la falta de competencias.
Reapertura del caso
En la actualidad, la familia señala al delegado del Gobierno en Galicia, Pedro Blanco, y al subdelegado del Gobierno en Pontevedra, Abel Losada, como los responsables con capacidad para impulsar la reapertura del caso y garantizar que se investiguen todas las vías pendientes para esclarecer la muerte de Ramón.






