A pocas horas del comienzo hoy de la Cumbre del Clima en Brasil (COP30), una activista de Greenpeace ha recorrido una cinta de highline a 30 metros de altura sobre el centro de Madrid junto a una pancarta de 30 metros cuadrados con el lema “El planeta, en la cuerda floja”.
Con esta acción inédita, la organización ecologista busca exigir a los gobiernos reunidos en la COP que pongan fin a los combustibles fósiles y acaben con la deforestación antes de 2030.
“Aunque el planeta se encuentra en un frágil equilibrio ecológico y se acumulan las señales de alerta en forma de danas, inundaciones, olas de calor y otros fenómenos extremos, tenemos las herramientas necesarias para evitar los peores escenarios. Solo hace falta voluntad política y cooperación internacional para anteponer la protección de la vida a los intereses económicos particulares. La COP30 es una oportunidad clave para detener esta crisis ecológica global de forma valiente y con liderazgo político contundente, implantando las medidas necesarias de forma democrática, participativa y con las personas más vulnerabilizadas en el centro. No podemos cruzar más líneas rojas“, ha declarado Eva Saldaña, directora ejecutiva de Greenpeace España – Portugal, presente en la COP30.

Cambio Climático
La 30ª Conferencia de las Partes del Convenio Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que se celebrará hasta el 21 de noviembre de 2025 en Belém, corazón de la Amazonía brasileña, llega en un momento crítico para la acción climática mundial.
A 10 años de la aprobación del Acuerdo de París, por el que los países se comprometían a evitar que el calentamiento global superase 1,5 ºC, es la primera COP desde que las temperaturas medias globales superaron ese límite físico en 2024, un indicador alarmante de la aceleración de la crisis climática y de la insuficiencia de las acciones realizadas hasta ahora. Los países también están presentando sus objetivos climáticos para 2035, que marcarán el rumbo de la acción global durante la próxima década.
Asimismo, 2024 ha sido el año de una resolución histórica de la Corte Internacional de Justicia, que obliga legalmente a los Estados a actuar frente a la crisis climática. El tribunal más alto del mundo advierte: la expansión continua de los combustibles fósiles es una amenaza para los derechos humanos. La Corte también reafirma que 1,5 °C es el objetivo principal del Acuerdo de París, estableciendo un punto de referencia claro con el que se deben evaluar los resultados de la COP30.
Emergencia
El mundo se encuentra en mitad de lo que la comunidad científica ha llamado una década decisiva frente a la emergencia climática. Es urgente que los líderes mundiales mejoren los planes climáticos presentados en la COP30 de Belém pues, incluso aunque cumplieran los compromisos actuales, el calentamiento global se dirige a un preocupante aumento de entre 2,3 °C y 2,5 °C, unas cifras muy alejadas del límite de 1,5 ºC del Acuerdo de París. Un paso clave es acabar con el uso de los combustibles fósiles, como se acordó hace dos años en la COP28.
“La activista en la cuerda floja demuestra la importancia de dar pasos firmes en la dirección correcta. El Gobierno de España debe liderar una postura ambiciosa en esta COP que no claudique ante el retardismo de la Unión Europea o el negacionismo de líderes como Donald Trump, que pueden llevarnos al precipicio del cambio climático. Como mínimo, nuestro país tendría que reducir sus emisiones tres veces más rápido que en los últimos cinco años. España puede y debe llegar a Belém con los deberes hechos”, ha asegurado Pedro Zorrilla Miras, responsable de la campaña de Cambio Climático y delegado de Greenpeace España – Portugal en la COP30.
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Principales demandas de Greenpeace en la COP30
- Un plan de respuesta global para abordar la brecha de ambición que separa lo que los gobiernos están haciendo respecto a lo que deberían hacer para limitar el calentamiento global a 1,5 °C y acelerar la reducción de emisiones, especialmente en sectores clave como la energía (incluida la transición para abandonar los combustibles fósiles), la agricultura, los bosques y el uso de la tierra, en consonancia con los principios de equidad, justicia y transición justa.
- Un nuevo Plan de Acción por los Bosques de cinco años dentro del Convenio Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) para detener y revertir la deforestación y la degradación forestal antes de 2030.
- El establecimiento de un nuevo punto permanente en la agenda de la COP30, para aumentar la financiación pública internacional que los países del Norte global deben aportar, y promover una fiscalidad basada en el principio de “quien contamina paga” para desbloquear una mayor financiación pública para los países del Sur global.
La COP30 no solo es una cita decisiva para hacer frente a la crisis ecológica, también se produce en medio de una creciente crisis de desigualdad que golpea especialmente a las poblaciones en situación de mayor vulnerabilidad y pone en riesgo la estabilidad democrática y la cohesión social a nivel global. Belém representa una oportunidad crucial para revitalizar el multilateralismo y reivindicar la participación ciudadana frente al avance del autoritarismo en distintas regiones del mundo.
Celebrada por primera vez en años en un país con plena vida democrática, la COP30 contará con una Cumbre de los Pueblos que reunirá a activistas, movimientos indígenas y organizaciones sociales de todo el planeta para exigir soluciones ambiciosas, justicia climática y un futuro más seguro y justo.
“Es el momento de escuchar alto y claro a quienes defienden la vida y el territorio, y de demostrar que la cooperación internacional puede prevalecer frente a la política del miedo y la confrontación de Trump y otros gobernantes autoritarios que solo buscan favorecer los intereses de los grandes contaminadores y multimillonarios. Quienes más se están beneficiando de esta crisis climática deben pagar por el desastre que están causando. Este debe ser un compromiso ineludible en esta COP30 que empieza hoy”, ha concluido Zorrilla Miras.






