Como escribió y dirigió Bresson en Un condenado a muerte se ha escapado (1956), la hazaña carcelaria se ha repetido con éxito en una prisión berlinesa. Dos presos han logrado huir mediante una calculada estrategia. Las autoridades no han desvelado los datos de la pareja de huidos, para no perjudicar la investigación. Los protagonistas se buscan desde el lunes.
Los artífices de la fuga han escapado tras serrar los barrotes de su celda, descolgándose por medio de sábanas anudadas hasta el patio, saltando un muro y finalmente, una alambrada. Los encargados de la central de alarmas desatendiendo la advertencia, al confiar que se trataría de un error. Su decisión le ha costado un expediente disciplinario.
El estamento policial de Alemania se juega su seriedad. En el interior de una celda se encontró una nota de despedida de los fugitivos: Tengo que hacer un recado, vuelvo en tres semanas. Como ordena el guión, toda huida en condiciones precisa de un cómplice. El susodicho colaborador está siendo investigado por contribuir en la fuga de los escapados, uno de ellos, un presunto asesino. Las autoridades alemanas quitan hierro al asunto, garantizando la inexistencia de peligro en la zona.
