Los investigadores de Derechos Humanos de la ONU, que han presentado este martes en Ginebra un nuevo informe, el quinto, sobre la guerra civil que se libra en Siria, han asegurado que, de acuerdo con sus indagaciones “hay motivos razonables” para creer que ha habido un uso limitado de armas químicas en el conflicto, por ambas partes enfrentadas.
De acuerdo con sus conclusiones, en esta guerra iniciada en marzo de 2011, que ha causado la muerte a más de 80.000 personas, casi dos terceras partes de ellas civiles, están utilizándose cantidades limitadas de químicos tóxicos, de acuerdo con los testimonios y denuncias recogidas por los 20 investigadores de Naciones Unidas.
Durante cuatro meses han entrevistado a casi 500 personas, – víctimas, personal médico y otros testigos – que siguen en Siria y, en base a sus testimonios, han elaborado un informe en el que se indica que el uso de este tipo de armas, aunque limitado en su cantidad, sí que es una realidad en este conflicto.
Además de ello, los observadores de la ONU han comprobado personalmente que el grado de brutalidad alcanzado durante los enfrentamientos ha aumentado hasta límites difícilmente creíbles, de manera que se han multiplicado “los crímenes de guerra, los crímenes contra la Humanidad y las graves violaciones de Derechos Humanos”.
Las mismas están documentadas y, de acuerdo con los investigadores de Naciones Unidas “son generalizadas y evidencian una política concertada por parte de los líderes del Ejército y del Gobierno de Siria”, asegura el informe, en el que se acusa a las fuerzas del Gobierno y a los grupos paramilitares aliados al régimen de homicidios, torturas, violaciones y otros actos inhumanos.
Además, las fuerzas rebeldes y las milicias extranjeras aliadas han ejecutado tanto a civiles como a soldados capturados, con frecuencia después de “juicios espectaculares” relacionados con el aumento de los enfrentamientos religiosos.
