Un equipo científico internacional, con participación del Instituto Español de Oceanografía (IEO, CSIC), ha identificado el botulismo como la causa más probable del síndrome parético, una enfermedad que provoca parálisis severa en aves acuáticas, especialmente gaviotas.
El trabajo, publicado en dos artículos en la revista Toxins, se ha llevado a cabo en colaboración con el centro de recuperación de fauna RIAS (Wildlife Rehabilitation and Research Center of Ria Formosa), el Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC), el Centre for Environment Fisheries and Aquaculture Science (Cefas), el Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA-CSIC), el Scientific and Production Center of Microbiology and Virology de Kazakhstan y el Institut Pasteur de la Universidad de París.
Todas las aves enfermas dieron positivo en botulismo
Durante la investigación se analizaron 571 muestras procedentes de 377 aves, tanto sanas como con síntomas de parálisis, tomadas en la costa sur de Portugal. Los resultados muestran que el 100% de las 22 aves enfermas analizadas dieron positivo en neurotoxina botulínica, mientras que ninguna de las aves asintomáticas presentaba esta toxina.
El síndrome parético se manifiesta con síntomas como parálisis flácida de las extremidades, dificultad respiratoria (disnea) y diarrea, impidiendo que las aves puedan alimentarse, nadar o escapar de depredadores. El centro RIAS atiende cada año a centenas de aves con este cuadro clínico, logrando la recuperación de más de la mitad, aunque hasta ahora se desconocía su origen.
Botulismo aviar
El botulismo aviar es una intoxicación provocada por la toxina producida por la bacteria Clostridium botulinum, que prolifera en ambientes acuáticos con altas temperaturas y exceso de materia orgánica. Las aves suelen intoxicarse al consumir larvas de mosca que se desarrollan en cadáveres en descomposición contaminados por la toxina que produce la bacteria, aunque en el caso concreto de las gaviotas no está claro cuál es la vía de exposición a la toxina.
Además, el estudio detectó en varias muestras la presencia de otras toxinas ambientales, como toxinas paralizantes de marisco y microcistinas (producidas por microalgas). Aunque los niveles detectados no serían suficientes por sí solos para causar parálisis severa, los investigadores apuntan a que podrían contribuir al debilitamiento general de las aves y agravar los efectos del botulismo.
También se identificaron dos casos positivos de gripe aviar entre aves aparentemente sanas, lo que resalta la necesidad de tener en cuenta múltiples causas posibles en los casos de mortalidad de avifauna silvestre.
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Prevención
“La detección temprana de brotes de botulismo y la adopción de medidas rápidas, como la retirada de cadáveres o el control de la calidad del agua, son fundamentales para prevenir episodios de mortalidad masiva y proteger la biodiversidad”, señala María Victoria Mena, directora clínica e investigadora del centro de recuperación de fauna RIAS.
“Este estudio es un claro ejemplo del valor de la investigación multidisciplinar y de la colaboración entre instituciones científicas y centros de recuperación, que permite identificar y abordar problemas ambientales complejos usando a las aves como especies centinela”, concluye Lucía Soliño, primera autora de una de las publicaciones e investigadora del Centro Oceanográfico de Vigo del IEO.