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España, a la cabeza de Europa en pobreza infantil

El riesgo de pobreza infantil anclada ha aumentado el 35,5 % en los hogares donde solo trabaja uno de los padres. Es
una de las conclusiones del monográfico ‘Objetivo: paliar la pobreza infantil’, publicado por el Observatorio Social de ”la Caixa”.

El informe principal del dosier, “El impacto persistente de la crisis económica en la pobreza infantil”, está firmado por Sara Ayllón, investigadora del Departamento de Economía de la Universidad de Girona. La autora destaca la estrecha relación entre pobreza infantil y mercado de trabajo, y no solo como consecuencia de la crisis económica.

El artículo especifica que el riesgo de pobreza infantil varía según la composición familiar y la situación laboral de los padres. Cuando solo uno de los dos progenitores está empleado, vivir con ambos no garantiza una vida digna.

Al inicio del periodo estudiado, en 2008, más de tres de cada diez niños en esta situación vivían bajo el umbral de pobreza anclada (35,5 %). El panorama para este grupo no ha mejorado: en 2018, el 48,1 % de los niños en este tipo de hogares vivían en la pobreza.

Los más vulnerables son aquellos niños en familias en las que ninguno de los dos progenitores trabaja. En 2018, eran pobres ocho de cada diez menores en esta situación, frente a los siete de cada diez de 2008. A estos les siguen los
niños que crecen en familias monoparentales en las que el padre o la madre no
trabaja (siete de cada diez son pobres).

Además, según el estudio, en 2008 eran pobres el 71,7 % de los niños que vivían en hogares con baja intensidad laboral —es decir, donde las familias apenas tienen ingresos del mercado laboral y trabajan menos del 20 % de su potencial—. En 2018, esta cifra aumentó, y ya son más de ocho de cada diez.

España a la cabeza de Europa en pobreza infantil

La radiografía muestra cómo España tiene actualmente una de las tasas de pobreza infantil más elevadas de Europa. Tomando como referencia la pobreza relativa (indicador que considera a aquellos que viven en hogares con rentas
inferiores al 60 % de la renta mediana equivalente), la tasa era alta ya en 2008 (26,9 %), y alcanzó su máximo en 2014 (30,2 %), bajando ligeramente después a medida que crecía la economía. En 2018, el 26,6 % de los niños se encontraban por debajo del umbral de pobreza relativa en España.

Los datos de pobreza anclada no son más optimistas. En seis años, entre 2008 y 2014, la pobreza anclada se incrementó en 12 puntos porcentuales entre la población infantil, del 26,9 al 38,9 %. Al igual que sucedió con la pobreza relativa, a partir de la mejora de la situación económica general, la tasa de pobreza infantil disminuyó hasta el 29,9 % en 2018.

Incrementar el gasto destinado a la infancia

Los autores estiman que un incremento del 1 % en el gasto en transferencias condicionadas a la renta, como por ejemplo los subsidios de desempleo, reduce la probabilidad de que un menor esté en riesgo de pobreza entre el 2 y
el 2,3 %.

En cambio, si se incrementa el mismo porcentaje en el gasto destinado únicamente a la infancia, como puede ser la prestación por nacimiento y cuidado de un menor, esa probabilidad disminuye entre el 5,7 y el 6 %. Los autores destacan que estas diferencias se mantienen independientemente de la fase del ciclo económico analizado (2012 o 2016).

En términos relativos, en 2016 nuestro país apenas destinaba el 3,3 % del total de transferencias a la infancia, frente al 9 % de la media europea. Este dato sitúa a España en uno de los cinco países por la cola en la Unión Europea en este tipo de ayudas a la infancia.

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