El Gobierno ha contestado a una pregunta hecha por el senador Carles Mulet, que instaba al Ejecutivo “desfranquizar el Valle de los Caídos” y a “soltar lastre con sus antepasados ideológicos”, que este ‘mausoleo’ no es un monumento franquista.
Exactamente, la respuesta dice que “desde una perspectiva normativa, resulta claro que el Valle de los Caídos no tiene en la actualidad el significado que sugiere Su Señoría”. La ley de Memoria Histórica de 2007, añade, otorga a la fundación gestora del valle la responsabilidad de “honrar y rehabilitar la memoria de todas las personas fallecidas” en la Guerra Civil.
No se sabe si la contestación del Gobierno ha tenido en cuenta el decreto fundacional del Valle de los Caídos, de 1 de abril de 1940, publicado en el Boletín Oficial del Estado el 2 de abril, y firmado por Franco que dice –puede leerse con la voz del NO-DO- “La dimensión de nuestra Cruzada, los heroicos sacrificios que la Victoria encierra, y la trascendencia que ha tenido para el futuro de España esta epopeya, no pueden quedar perpetuados por los sencillos monumentos con los que suelen conmemorarse en villas y ciudades los hechos salientes de nuestra Historia y los episodios gloriosos de sus hijos.
Es necesario que las piedras que se levanten tengan la grandeza de los monumentos antiguos, que desafíen al tiempo y al olvido y que constituyan lugar de meditación y de reposo en que las generaciones futuras rindan tributo de admiración a los que les legaron una España mejor.
A estos fines responde la elección de un lugar retirado, donde se levanta el templo grandioso de nuestros muertos en que por los siglos se ruegue por los que cayeron en el camino de Dios y de la Patria. Lugar perenne de Peregrinación en que lo grandioso de la Naturaleza ponga un digno marco al campo en que reposen los héroes y mártires de la Cruzada”.
Quizá el Gobierno no ha considerado que en la construcción de este ‘mausoleo’ se emplearon miles de presos republicanos que, de esta forma, redimieron parte de la condena que les había sido impuesta por el hecho de haberse mantenido leales a la legalidad republicana; quizá el Gobierno tampoco ha considerado que fue Franco quien inauguró el Valle de los Caídos el 1 de abril de 1959 o que tanto él, que encabezó una dictadura durante 40 años, como José Antonio Primo de Ribera, que entre otras ideas, estaba a favor del fascismo, en contra de la existencia de un parlamento elegido democráticamente, creía que los ciudadanos no estaban preparados para decidir sobre su destino, o despreciaba el voto de las mujeres, “el sufragio universal es inútil y perjudicial a los pueblos que quieren decidir de su política y de su historia con el voto”, están enterrados allí.