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Hace 40 años que dos periodistas, Carl Bernstein y Bob Woodward, hicieron dimitir a Richard Nixon

Dos periodistas del Washington Post, Carl Bernstein y Bob Woodward, investigaron hasta demostrar que los indicios que apuntaban a la Casa Blanca en el allanamiento de la sede del Partido Demócrata en el edificio Watergate, en Washington, eran ciertas.

A través del Comité para la Reelección del Presidente (CRP) Richard Nixon, y con el conocimiento de este, cinco hombres entraron en la sede del Comité Nacional del Partido Demócrata en el el 17 de junio de 1972 con la intención de encontrar documentos y establecer un sistema de escuchas telefónicas. Nixon y su equipo, como demostraron ambos periodistas, no solo conspiraron para ocultar el allanamiento sólo seis días después de los hechos, sino que planificaron y ejecutaron dicho asalto.

Bernstein y Woodward tuvieron la ayuda de un informador que se hizo llamar Deep Throat (Garganta Profunda), que pasó información a este último revelándole que el espionaje telefónico contra el Partido Demócrata era una actividad realmente planificada por los principales asesores de Nixon, H. R. Haldeman y John Ehrlichman, con el respaldo del mismo presidente.

También demostraron que los cinco asaltantes del Edificio Watergate fueron contratados y pagados de manera secreta por Howard Hunt y Gordon Liddy, dos hombres vinculados al “Comité de Reelección del Presidente”, el equipo de militantes del Partido Republicano creado por Richard Nixon para sostener su campaña de 1972.

El 15 de septiembre de 1972 los siete sospechosos -los asaltantes más Hunt y Liddy- fueron imputados por conspiración, robo y violación de las leyes federales sobre intervención de las comunicaciones, abriéndose un proceso judicial dirigido por el juez John J. Sirica. Los acusados fueron juzgados y condenados en enero de 1973, aunque la investigación continuó al haber indicios de más culpables.

Los siete hombres habían trabajado en forma directa o indirecta para el Comité de Reelección del Presidente, y mucha gente, incluso el propio juez Sirica, sospechaban que la conspiración alcanzaba a miembros de las esferas más altas del gobierno.

En marzo de 1973, el sentenciado James McCord envió una carta al juez John Sirica en la que expresaba que era presionado desde ámbitos políticos para que se auto declarara culpable; en la carta implicó en el caso a varios altos funcionarios del gobierno, incluso al ex Procurador Fiscal John Mitchell, aliado político del propio Richard Nixon. Su carta convirtió el asunto en un escándalo político sin precedentes en Estados Unidos.

Woodward y Bernstein

Bernstein y Woodward no vacilaron en contactar con centenares de interlocutores, desde secretarias hasta estudiantes, para contrastar sus fuentes con la información dada por Garganta Profunda- que, más de 30 años después del escándalo desveló, el mismo, que no era otro que William Mark Felt, número dos del FBI en la época en que se destapó el caso Watergate-.

Después de dos años reuniendo pruebas contra el entorno del presidente, que incluía a miembros de su equipo- que testificaron contra él en una investigación del Senado de los Estados Unidos- revelaron que Nixon tenía un sistema de grabación de cintas magnéticas en sus oficinas y que había registrado una gran cantidad de conversaciones- conocidas como “The Smoking Gun” (la pistola humeante)-  dentro de la Casa Blanca. Estas cintas mostraron que había obstruido a la justicia e intentado tapar el robo.

Tras una serie de batallas legales, la Corte Suprema de los Estados Unidos decidió de forma unánime que Nixon debía entregar las cintas; él al fin cedió.

Con la certeza de una acusación de parte de la Cámara de Representantes y de una condena en el Senado, Nixon dimitió el 9 de agosto de 1974, convirtiéndose en el único presidente estadounidense que ha renunciado al cargo. El trabajo realizado por ambos periodistas fue llevado al cine en la película ‘Todos los hombres del Presidente’

 

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