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Crimen de Coruxo: la cuchillada que mató a Cristina fue hecha con fuerza llegando desde el cuello a la columna

El acusado, este miércoles,durante el juicio

No es creíble que Francisco Álvarez, juzgado por el ‘Crimen de Coruxo’, clavase accidentalmente el cuchillo de 19 centímetros que causó la herida mortal a su ex mujer, Cristina González Sacau, el 11 de octubre de 2011. Esta es la conclusión de los forenses que han prestado declaración, este miércoles, durante el juicio que se celebra en Vigo.

A juicio de los científicos, la herida que mató a Cristina – que se extendió desde la parte izquierda del cuello y entró, hasta el mango, pasando la clavícula, hacia el tórax, afectando a ambos pulmones y seccionando la yugular, además de otros vasos sanguíneos y llegando a tocar la columna-, es imposible que se produjese por accidente- como ha declarado el acusado y argumentó su abogado.

Dicha herida, que produjo a Cristina una gran hemorragia exterior e interna y que acabó con su vida en pocos minutos, no pudo haber sido producida por la víctima misma, ni de manera alguna que no fuese aplicando una “fuerza considerable”, como demuestra la trayectoria de entrada de la misma –afectando a órganos vitales, como los pulmones – y la marca dejada por la empuñadura del cuchillo al golpear el cuerpo.

Los forenses, además, han indicado que, atendiendo a las características de la herida, esta fue infringida de arriba abajo y desde atrás, lo que significa que el agresor sería de mayor estatura que la víctima o que ésta estaría en una posición más baja que aquel.

Por lo que se refiere al resto de las heridas, los testigos indicaron que Cristina tenía cortes, superficiales, en las dos manos, algo que descartaría el forcejeo entre ambos – de haber sido así los cortes serían más graves y profundos puesto que ella debería haber agarrado el cuchillo por el filo. La conclusión a la que han llegado los científicos es que dichas heridas son “compatibles” con una actitud defensiva por parte de ella.

A ellas se añaden otras como cortes, poco profundos en el cuello, que los forenses calificaron como ‘intimidatorios’, además, en el análisis del cuerpo de la víctima se encontraron signos de que había sido agarrada por el cuello-pero no con la suficiente fuerza como para asfixiarla- y heridas en el interior de los labios, lo que significaría que le taparon la boca “con violencia” tal como para que dichas heridas fuesen producidas por los dientes. Las mismas, además, desmentirían la versión de Francisco de que su ex mujer le había mordido –lo cual estaría ratificado por el hecho de que en el examen que se le hizo a él no se apreciaron marcas de este tipo.

Los científicos añadieron que no hubo agresión sexual y que la totalidad de la sangre encontrada en la casa y en el cuchillo era de Cristina, que no había rastro de sangre del acusado, ni en el recibidor de la casa, en el suelo, los enseres o toallas y, únicamente, se encontraron huellas de Francisco en un grifo del baño.

Por lo que se refiere al acusado, los forenses han testificado que tenía arañazos en la cara que, como los cortes en las manos de su ex mujer, son “compatibles con signos de defensa”, por parte de ella, y dos heridas de escasa importancia, en el abdomen y en una mano- estas últimas, siempre según la declaración de los peritos, se las hizo en el monte de Cans donde enterró el ordenador y el móvil de su ex mujer.

Con respecto a su salud psíquica, los forenses descartaron, taxativamente, que presente cualquier afección psiquiátrica y afirmaron que durante las entrevistas que mantuvieron con él era plenamente consciente de su situación y “responsable de sus actos”. A ello añadieron que no había asumido la separación y que se enfrentó a ese hecho cuando apareció una persona con la que Cristina empieza una relación.

 

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