Puede que si su muerte hubiese ocupado minutos en programas de televisión, la investigación sobre la causa de la misma hubiese avanzado. Pero no ha sido así, y su caso parece destinado a seguir en un rincón de alguna comisaría o algún juzgado en espera de que el tiempo acabe haciendo que se olvide.
Pero la realidad es que lo único importante es saber qué le pasó a Ramón Ortega Quina. Eso es lo que se pregunta su familia desde las 3 de la mañana del 19 de diciembre de 2008. Ese día el cuerpo de Ramón, de 21 años, apareció ante una cabina de la rúa Torrecedeira, bocabajo, con un golpe en la cabeza y lesiones en las rodillas y en el pene.
Ningún vecino de la calle vio nada, aunque en una grabación de la TVG, que está en poder de la familia, una mujer asegura que su hijo estaba en el balcón a esa hora y sabe qué ocurrió…pero su testimonio fue desechado por la Policía. El resultado de las autopsias difiere según quién lo interprete: en un caso se asegura que Ramón se cayó de espaldas desde una altura de un segundo piso sobre la cabina de teléfonos cuando intentaba llegar hasta el balcón, se golpeó en ella y acabó en el suelo, a unos dos metros de distancia de la misma, con el cuerpo hacia abajo; uno de los forenses concluye que cayó casi recto, se golpeó las rodillas y se dio de bruces contra la acera; y otro especialista dice que la caída fue completamente vertical y se dio con la cabeza contra el suelo; ninguno de los dos menciona la cabina de teléfono.
Para la juez que ha instruido el caso, como le dijo a la madre y la hermana de Ramón, “su hijo se cayó cuando intentaba escalar borracho y drogado” la fachada del edificio agarrándose a la instalación eléctrica.
El sumario constata lo evidente: o fue un accidente o fue un homicidio. En el mismo se detalla que se golpeó el lado izquierdo de la cabeza, las rodillas, el pene, que debía de estar fuera del pantalón en el momento del suceso, y se partió los dientes al impactar con las baldosas de la acera. Además indica que no hay ni hundimiento del cráneo ni rotura de vértebras.
La familia cree que Ramón estaba orinando cuando alguien le golpeó por detrás con tal fuerza que lo dejó en el sitio; cayó de rodillas, de ahí las heridas en las mismas, y luego de bruces contra el pavimento, lo que justificaría la rotura de los dientes.
La posibilidad de que fuese un homicidio está sustentada por la intervención de la Brigada de Investigación Científica, que se desplazó desde Madrid a Vigo para tomar datos y huellas en el lugar de los hechos, e interrogar a la ex novia del joven, que vivía justo delante de donde este apareció muerto. Eso sí, las pruebas, datos y declaraciones se recogieron tres semanas después de la muerte, “no ha podido ser antes, la Brigada está muy ocupada investigando el caso de Marta del Castillo”, un suceso que se produjo a 900 kilómetros de Torrecedeira.
El tesón de la madre y la hermana de Ramón, y sus sucesivas protestas han logrado que se haya dado un primer paso: la Audiencia Provincial se ha hecho cargo del caso y, a la vista de las pruebas incluidas en el sumario, ha ordenado que se abra de nuevo el mismo, cerrado desde hace dos años. Eso sí, la Justicia va despacio, siempre dependiendo de quien la pida, a la vista está, y dos meses después de lo que se le había prometido, Susana Quina, la madre de Ramón, está esperando que los jueces le comuniquen una decisión que tendrían que haber tomado ya en octubre.