La guerra civil que se libra en Siria ha causado más de 40.000 muertos, la mayoría de ellos civiles. En los 20 meses que han pasado desde que se inició la rebelión contra el régimen del asesino Asad. Más de 28.000 civiles, desde bebés de meses a ancianos, han perdido la vida, según un informe elaborado por el Observatorio Sirio de los Derechos del Hombre (OSDH).
El número de soldados muertos se eleva a 10.150 y el de desertores a 13.379, ha precisado el OSDH que se apoya en una red de militantes y de fuentes médicas en los hospitales civiles y militares a través del país. A ellos, hay que añadir, continúa el estudio, “575 personas muertas cuya identidad no ha podido ser establecida“, al tiempo que aclara que este balance no se incluyen las miles de personas desaparecidas en detención, ni los muertos en las filas de las shabihas, los milicianos del régimen.
A finales de octubre, el mediador internacional para Siria, Lakhdar Brahimi, había propuesto una tregua con ocasión de la fiesta musulmana de Al Adha, que fue violada unas pocas horas antes de su entrada en vigor teórica. La comunidad internacional, dividida, no consigue hallar una solución al conflicto porque el régimen de Damasco tiene aliados de peso en el Consejo de Seguridad de la ONU: Rusia y China, quienes, haciendo uso de su derecho de veto han bloqueado toda resolución de condena contra el mismo.
