¿Qué hacía la hermana Mary Ann por la noche? ¿Rezar?, no, la verdad. Esta monja, de 67 años, ha confirmado que el hábito no solo hace al monje, también a la monja…¿y qué hábito tenía?, pues, como diría Rain Man, “contar cartas”. Así es, la buena de la hermana Mary, frecuente en las homilías del párroco de las iglesias de St. Mary y St. Mark, se dedicó desde 2006 a 2010 a llevarse el dinero del cepillo ¿para dárselo a los pobres?…no, queridos hermanos, sino para irse al casino.

Exactamente, en esos años, la reverenda madre Rapp, que ese es su apellido, se jugó 100.000 € que distrajo de la caja de las limosnas que dejaban las 600 familias que acuden a aquellas parroquias.

El caso, publicado por un diario de Buffalo, fue destapado por el propio párroco quien se percató de la falta del dinero y, como sucede en las series estadounidenses, empezó a investigar, no sabemos si disfrazado de Elvis. Sus pesquisas acabaron cuando averiguó que la hermana Mary no solo iba a su iglesia a orar, sino a hacerse con la pasta que necesitaba para jugar…no se sabe si al poker, las tragaperras, el black Jack o el mus. La religiosa no ha hecho declaración alguna, ni la de la renta, y solo se sabe que el juego se le daba peor que el rosario, porque, normalmente, la desplumaban. Eso sí, personas cercanas a ella han indicado que se pondrá en tratamiento contra la ludopatía…gracias a Dios.

 

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