'Qué te cuentas?'

La campaña de la Conferencia Episcopal sobre la eutanasia

M.B.¿Quién se ha creído que es la Conferencia Episcopal para decidir sobre mi vida o sobre la vida de alguien? ¿Quién se han creído que son estos señores, llenos de prejuicios, dogmas inútiles, propagadores del miedo, para otorgarse o, siquiera, pretenderlo, cualquier mínimo derecho a opinar sobre el derecho que me asiste de hacer con mi cuerpo lo que quiera? ¿De dónde han sacado esa pretensión? ¿Qué o quién les ha dado vela en mi entierro? ¿O en mi enfermedad o mis estertores? ¿A ustedes quién cojones les ha llamado? ¿Cómo se atreven a decir que mi vida o mi muerte no son mías sino suyas? Si existe, Dios no quiere eso. Ni quiere que los tengamos a ustedes cerca, ni él quiere tenerlos cerca, siquiera. ¿Cómo va a pretender decidir sobre si merece vivir la vida quienes condenan el uso de los preservativos para evitar la propagación de enfermedades como la hepatitis o el SIDA que matan cada año a centenares de miles de personas? ¿En qué ley humana, que es la única válida, pone que la vida es un don de Dios? ¿De qué Dios? ¿Del suyo? ¿Qué dignidad es la qué defienden, si es qué defienden alguna? ¿O no es digno salvar la vida de una persona que puede contagiarse de SIDA? ¿Debe enfermar porque ustedes crean que eso es lo correcto? ¿No eran dignas los miles de vidas segadas durante las dictaduras que ustedes apoyaron? ¿Saben ustedes qué es el derecho a la vida? ¿Se han leído la Declaración Universal de los Derechos Humanos? Deberían hacerlo, en su artículo 12 hay algo que les atañe:Nadie será objeto de injerencias arbitrarias en su vida privada, su familia, su domicilio o su correspondencia, ni de ataques a su honra o a su reputación. Toda persona tiene derecho a la protección de la ley contra tales injerencias o ataques”. Y en el artículo 29: “En el ejercicio de sus derechos y en el disfrute de sus libertades, toda persona estará solamente sujeta a las limitaciones establecidas por la ley con el único fin de asegurar el reconocimiento y el respeto de los derechos y libertades de los demás”.

Gracias a esa declaración y a que vivimos en un estado de derecho, se les reconoce a ustedes algo que ustedes nunca le reconocerían a nadie: la libertad de pensamiento, de creencia y de opinión. Esos derechos tienen tanta capacidad que en ellos hasta hay un sitio hasta esta campaña nauseabunda y miserable que han iniciado. Pero, y esto sí que es gracias a Dios, en ellos no puede leerse que tengan una mierda que decir, ni ahora ni en la hora de nuestra muerte. Amén.


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