Todas las estimaciones sobre las consecuencias de la represión en Libia se han quedado en nada ante los datos hechos públicos por Al Arabiya. Citando fuentes del Tribunal Penal Internacional, el canal de televisión indica que el número de muertos es ya de 10.000 y que otras 50.000 personas más han resultado heridas a causa de los disparos de las fuerzas de seguridad de Gadafi. El dictador libio, estaría cumpliendo así, su amenaza de acabar con los insurgentes “cazándolos casa por casa” como anunció ayer en un mensaje televisado.
Los datos cobran verosimilitud a la vista de los testimonios de diferentes organismos, entidades y particulares, como la Federación Internacional de Derechos Humanos, el ministerio italiano de Asuntos Exteriores, que cree “muy fiable” que sólo en Trípoli hayan sido 1.000 los muertos durante las primeras manifestaciones antigubernamentales, o uno de los médicos que trabaja en un hospital de Benghazi y que ha calificado de “carnicería” la acción de las tropas libias asegurando que el número de víctimas superaría las 2.000 sólo los dos últimos días.
Además de estas muertes, Gadafi debería de cargar con las 270 que causó el atentado de Lockerbie, de acuerdo con el testimonio de Abdul al Jeleil, ex ministro de
Justicia, quien ha asegurado que tiene pruebas de que el presidente libio en persona dio la orden de acabar, el 21 de diciembre de 1988 con el avión de la compañía estadounidense Pan Am sobre la localidad escocesa de Lockerbie. La investigación del atentado, en la que participaron tanto el FBI como Scotland Yard, llegó a la conclusión de que dos ciudadanos libios colocaron la bomba en el aparato por orden de los servicios de Inteligencia de su país.
