Los estudiantes llevaban seis años intentando que entrara en vigor una norma que los protegiera de aquellos profesores que se apoderan de sus trabajos, los plagian o los utilizan para fines propios, personales o profesionales, sin siquiera avisarles, ya no digamos pedirles permiso. El nuevo estatuto de los estudiantes, elaborado por el Ministerio de Educación, recoge que los universitarios tendrán derechos de autor en cada uno de sus trabajos, investigaciones y proyectos realizados y que podrán denunciar a cualquiera que los utilice sin permiso por un delito contra la propiedad intelectual.
Un adelanto que se agradece cuando ya estamos inmersos de pleno en el Plan Bolonia, en el que cada titulación exige un proyecto final de carrera, con investigación incluida, y que muchos profesores podrían aprovechar para investigaciones propias. O que en carreras en las que es fácil acabar publicando, un artículo salga con el nombre de profesor y alumno (o incluso sin él) cuando sólo ha trabajado uno de ellos en su redacción. En este caso, además, el respaldo no es sólo contra el docente, sino contra compañeros, como explican el El Heraldo.
