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Santiago se convierte en la pequeña Rusia

Los niños, a su llegada al aeropuerto de Lavacolla.
Los niños, a su llegada al aeropuerto de Lavacolla.

Llevan 20 días con sus familias de acogida y ya echan de menos escuchar a alguien hablando la lengua de la madre patria, una jornada de reencuentro antes de seguir con las vacaciones a 4.000 kilómetros de casa. Entonces, ¿para cuándo? Esta misma mañana. ¿Dónde? En el epicentro de Galicia: Santiago.

Los 66 niños de 5 a 18 años que llegaron el pasado 28 de junio desde Chernobil se darán cita junto con sus familias en una jornada de convivencia en la que ellos se podrán reencontrar con amigos, vecinos e incluso compañeros de colegio y donde las familias gallegas podrán intercambiar ideas, dudas y experiencias.

Cada año son más los gallegos que deciden acogerse al programa de Ledicia Cativa, por lo que este año se han duplicado el número de niños pasando de los 33 de 2009 (de los que todos repiten) a los 66 de este año. Un viaje lejos de sus familias biológicas que supone un esfuerzo de integración y aprendizaje por parte de los pequeños, que llegan sin saber español y marchan casi leyendo El Quijote (o sus hermanos gallegos a Dostoyevski); una peregrinación hacia sus familias de corazón en la que ganan cariño y salud, ya que la alimentación y el clima les ayuda a crecer unos tres centímetros, engordar tres kilos y alargar dos años su esperanza de vida.

Spasiba, niños.

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