En Zig Zag

La leyenda vienesa del croissant o cómo comerse al Otro

Una ventana abierta al blog personal de José Yuste Frías, profesor de la Universidade de Vigo y miembro del Grupo T&P, Traducción y Paratraducción

Como ocurre con todas la leyendas, existen versiones diferentes de la misma leyenda vienesa que cuenta cómo el croissant fue un bollo inventado en Viena para celebrar el fin del segundo asedio de Viena y la victoria de las tropas polacas y austriacas sobre las tropas otomanas que asediaban la ciudad en 1683 durante la batalla de colina de Kahlenberg, muy cerca de Viena. De ahí el nombre de viennoiserie utilizado en la lengua francesa para designar el tipo de bollería en el que entra no sólo el croissant sino también el pain au chocolat, el pain aux raisins y el irresistible chausson aux pommes franceses. La versión más extendida cuenta que cuando el enemigo (los otomanos) decidió realizar un ataque sorpresa por la noche, los panaderos vieneses que, como todos los panaderos, trabajan por la noche, habrían dado la voz de alarma. Y para inmortalizar la victoria se les concedió el permiso de confeccionar elhörnchen («cuernecito» en alemán) con la forma que recuerda el símbolo de la media luna presente en la bandera otomana.

Otra versión cuenta que tras la batalla de colina de Kahlenberg, centenares de soldados y oficiales recibieron sendos botines por su coraje. Entre ellos, un tal Jerzy Franciszek Kulczycki (Georg Franz Kolschitzky en alemán), un soldado, espía, diplomático y comerciante polaco (a quien, dadas sus actividades internacionales, es fácil imaginárselo ejerciendo de traductor e intérprete) recibió 300 sacos de «granos negros» que los turcos habrían abandonado en su huida, en recompensa por sus labores de espionaje. Al parecer, tras haber conseguido traspasar el cerco del ejército otomano durante el asedio para reunirse con Carlos V de Lorena e informarse de la situación militar, cuando Kulczycki volvió al interior de la ciudad, convenció a las autoridades de que aguantaran el asedio informándoles de que se esperaba la llegada de las tropas del Rey de Polonia, Juan III Sobieski con las que se obtuvo finalmente la victoria. Al recibir los «granos negros» como recompensa, el intrigado Kulczycki, proprietario del primer café de Viena llamado Zur blauben Flasche, mandó moler los granos de café y los propuso a los vieneses, sin éxito. Entonces le vino la idea de servir el café acompañado de un bollo. Encargó un nuevo tipo de bollo que, por su originalidad, fuera capaz de asegurar la promoción de su café y, para recordar la victoria sobre la invasión turca, decidió fabricar bollos en forma de media luna musulmana…..leer más


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