Un pupitre en Liberia

Construyendo mi película, con sus buenos y con sus malos

ALEJANDRA BERNARDO/Vigo Pontevedra España

0:02 am …Escucho la música de siempre. Alguna nueva. Por fin he podido sentarme desde que llegué. Aunque no se ha terminado, al menos tengo un par de horas para mí y para vosotros. Estoy cansada. Muerta de sueño.

Echo de menos engancharos a la vida… eh! Ale. A mi me engancha enganchar. Sin ser drogo soy dependiente. Dependiente del empujón, del ánimo, de la emoción, del júbilo, del aupa!…Y ha vuelto…Aquí está, de nuevo está, esa gran bola de fuego que me inquieta, que me mueve, me empuja y revive a la vez. Has vuelto. Culpable o no, la música ha surtido su efecto. Ve, camina, sigue,…me dice al oído. Esta vez, me enseña el modo de caminar, aviva mi ansia y centra mi destino.

A decir verdad ha sido más que la música. En parte se debe a que, en por ahora en pequeña medida, me he reencontrado. Mis luchas internas se han visto aplacadas por la luz del valor, del futuro y del descubrimiento de lo supuesto. Un futuro que no quiero pasar entre las rejas de la comodidad, del así ha sido siempre o los convencionalismos. Y temo haber reencontrado tan sólo las raíces del árbol que soy. A veces quiero pensar en qué sentiré o pasará cuando llegue a la cima más alta, a la punta más punta de mi cualquier hoja…y al mismo tiempo quiero dejarlo para descubrirlo por el camino, un camino que he decido consciente quiero sea lento y consciente.

Quizás algunos estéis pensando en que, bueno, es lo que pasa cuando se es o se quiere ser rarita. He tenido la suerte de encontrarme últimamente con gente rara y curiosa a la vez, diferente y valiente, gente que ha perdido cosas, momentos, sensaciones,… tomando decisiones que primaban otras cosas, otros momentos, otras decisiones,…gente extraña y cotidiana, curiosa y normal,…Y les he dejado “entrar”. Creo que eso me hace, si cabe (por aquello de tranquilizar a los antes mencionados) más normal. He podido ver cómo no hay nada en el mundo que pueda llegar a ser sentido que alguien no haya sentido ya. Nada tan grave que no se pueda resolver o aplacar. Nada que se pueda vivir que no haya sido vivido con anterioridad. Nada que perder que no haya sido perdido antes. Y sin embargo, me doy cuenta de que hay mucho que ganar. Y en muchos casos batallas que no se han ganado aún. La batalla al sin razón, al porque sí, al porque siempre se ha hecho así, al por los grandes gastos, al no puedo, al no me atrevo, al que pasará, la miedo, al tengo hijos, al me muero.

Hecha la prueba os aseguro que no pasa nada, que nadie se muere, que se puede vivir con menos y que no necesariamente se vive mejor con más. Ahora bien, se vive mejor si haces lo que quieres hacer. Usando aquí “querer” como lo que el corazón y tu ser te manda, no como lo te dé la gana ser, hacer, querer. Es curioso que el verbo “to be” tenga en español dos acepciones, una para estar y otra para ser. Y no las tenga “to want”. Porque no es lo mismo como quiero (o el corazón me manda) que porque quiero (o me da la gana).

Nunca pensé que podría estar haciendo lo que estoy haciendo aunque siempre lo que querido y peleado. Bueno sí lo pensé…… leer más

También te puede interesar